5 De Mayo de 1980.
Ash:
Los últimos meses se había sentido más inquieto que en siglos, temía admitir que incluso sintió algunos malestares físicos, no recordaba la última vez que eso sucedió. Sus sub alternos notaron aquella inquietud, uno incluso le preguntó por ello luego de que pasara un par de días enteros dando vueltas en el jardín. Tomo diferentes infusiones en busca de calma, pero ninguna le fue de ayuda, creyó que la falta de sueño podría ser la razón, no dormía hace algunas décadas por culpa de su hermano y no planeaba hacerlo.
Ese día bajo al mundo mortal en busca de relajarse, las cenizas de un bosque alejado de la sociedad, pudo respirar en aquel lugar. Por unas horas la molestia que recorría su ser desapareció, no le importo en absoluto la ceniza en su cabello y ropa, tampoco las llamas rojizas consumiendo lo que permanecía, el aroma a humo y muerte le agradó. No sé igualaba a la comodidad que sintió en aquel valle, pero no estaba mal.
De la nada misma, con el sol filtrándose entre las nubes, sintió una indiscutible punzada en el pecho. Se puso de pie de inmediato, buscando algo que pudiera haberlo atacado, pero no había nada allí. Su corazón se aceleró, no podía respirar, su cuerpo entero se tensó e incluso sintió náuseas. Estaba más que seguro de que nunca había sentido algo así, era espantoso.
Ya no estaba en el bosque, sino en una habitación mayormente oscura, iluminada solo por un puñado de velas flamantes y una fuente brillante. Reconoció el lugar.
Ash: ¿Qué me está sucediendo?- inquirio.
Cloto: Te lo advertimos.
Atropos: Ella ya llego.
Ash: ¿Morire solo por su llegada?
Laquesis: No estás muriendo, joven tonto.
Atropos: Sientes su presencia en el mundo.
Ash: Esto es horrible- mascullo. Había comenzado a sudar, su corazón no desaceleraba, las náuseas seguían allí- ¿Cómo lo detengo?
Cloto: No luches contra lo que sientes, solo tranquilizate.
Ash: Joder, no había pensando en eso- dijo con sarcasmo.
Laquesis: Cuando dejes de lloriquear, puedes acercarte a la fuente a ver a la causa de tu desdicha.
Ellas se alejaron fuera de la habitación, dejándolo solo en el piso, preguntándose si así se sentían los mortales. Tal vez por eso algunos lo recibían de tan buena gana.
Tardo más de lo que preferiría en lograr recomponerse lo suficiente para ponerse en pie, logro calmar su respiración lo suficiente, aunque su corazón no se detenía, la náuseas disminuyeron. Se forzó a evitar cualquier tambaleó al caminar, tropezarse sería el colmo. Dio unos pocos pasos hasta la fuente, sosteniéndose de la misma, el líquido dorado giraba en círculos.
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Los Mellizos Peverell Black
FanfictionAriadna y Alexander Peverell Black hijos de Sirius Black y Helena Peverell, llegan a el número 12 de Grimmauld Place el actual sede de La Orden Del Fenix. Después de no haber visto a su padre por los últimos 14 años, después de que el no haya contes...