Capítulo 40.

337 39 19
                                    

28 Diciembre De 1993.
Mansión Peverell.

Alexander:

Despertó exaltado y cubierto de sudor, se apresuró a abrir las cortinas en busca de la tenue luz del amanecer. Aún temblaba al regresar a su cama, tenía frío a pesar de los hechizos de calefacción y la media decena de cobertores.

Últimamente tenía pesadillas, no eran muchas, solo una que otra al mes, aún así siempre lo dejaban inquieto por días e incluso semanas. En los sueños todo se veía tan real, en esos momentos todo era real, si tan solo se tratara de cosas buenas.

Se recostó e intentó tranquilizarse, estaba practicando ejercicios de respiración sobre los que Ana le había hablado, solo debía respirar.

Recostado sobre las almohadas, una vez que logró calmar su respiración y su cuerpo recuperó algo de calor, sus parapados comenzaron a cerrarse una vez más. Aún era temprano, podía dormir otro par de horas...

Estaba en un lugar oscuro, todo estaba en calma. Se dejó caer en ese oscuro lugar tan pacifico, pero oyó algo a lo lejos, un grito. Se revolvió entre las sábanas, estaba cayendo en otra pesadilla de la que no lograba despertar, el grito se oyó mucho más fuerte y claro, quiso correr hacia el sonido pero esta vez en verdad cayó, caía y no había nada de lo cual sostenerse, ya no había nada a lo que aferrarse, no había nadie allí.

Ahogo un grito al despertarse una vez más, noto los rayos de sol más fuertes que antes ¿Cuánto más había dormido? No creyó que tanto, sintió un escalofrío al recordar esa sensación de caer, el significado que sabía que tenía en ese momento, no era solo la acción, significaba mucho más.

No pasaron más que un par de segundo cuando distinguió una vez más un grito.

Lex: ¿Qué?- balbuceo ¿Aún no había despertado?

Pero el grito estaba demasiado claro y él conocía esa voz, Ana.

Se levantó de un salto de la cama y corrió hacia la habitación de su hermana, abrió la puerta sin tocar y no vio a Ana allí. Al acercarse a la cama vio sangre.

Lex: ¿¡Ana!?- llamó. Oyó el pestillo de la traba de la puerta del baño- ¿¡Estas bien!? ¿¡Qué sucedió!? ¿¡Estas herida!?

No obtuvo respuesta. Pasos se apresuraron del pasillo, tío Monny entro a la habitación.

Remus: ¿Qué sucede?

Lex: ¡Es Ana!- exclamó‐ Hay sangre en su cama, se encerró en el baño y no responde. Creo que esta herida o no lo se, hay que llamar a un medimago.

Los Mellizos Peverell BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora