Capítulo 6.

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27 de noviembre de 1994.
Ilvermorny: Salón privado.

Alexander:

Se encontraba junto a su hermana en el salón privado que el director les había dado para practicar sus hechizos, pociones y más, sin riesgos de herir a nadie más en el proceso al hacerlo en un lugar más público.

Lex: Repiteme lo que tengo que hacer- pidió a Ariadna una vez más.

Ana: Has este movimiento con tu varita- dijo al mismo tiempo que le enseñaba el movimiento de muñeca- Luego, solo di "Drakar Avaz" apuntándome.

Lex: Bien, y eso debería hacer que te quedes en trance durante unos minutos, usaré poca potencia por las dudas- dijo casi en una pregunta. Habían estado preparando este hechizo por varias semanas, Ana había sido la que más se esforzó en este caso- ¿Segura que quieres ser el sujeto de prueba? Esto puede salir mal.

Ana: Tranquilo estaré bien Lex, probamos en ti el hechizo del agua y también pudo haber salido mal, ahora es mi turno de arriesgarme- dijo haciendo un gesto dramático al final haciendo que su hermano riera- Ahora hazlo.

Respiró hondo y dio un paso adelante, no era la primera vez que probaban un hechizo en ellos mismo, pero siempre se ponía nervioso. Era consiente de lo arriesgado que podía llegar a ser.

Lex: Drakar Avaz- dijo apuntandola eh hizo el movimiento de varita que su hermana le indicó.

Una luz gris oscura casi negra salió de la punta de su varita y no solo le dio a Ana sino que el hechizo rebotó en ella, regresando desde donde vino e impacantando con él.

No fue consiente del tiempo, en ese momento ni siquiera fue capaz de pensar en que había sucedido, algo muy diferente ocupó su mente.

Era tan real que creyó que lo era. Su corazón martilleba contra su pecho mientras intentaba huir de lo que sus ojos veían, buscó ayuda, al menos lo intento. Sin embargo, no había nadie que pudiera ayudarlo allí, ya no quedaba nadie, solo él. Estaba atrapado, solo quería correr, pero sus piernas le fallaron, quizo gritar, pero su garganta estaba seca.

Lo que veía estaba errado, eso no podía ser posible. No recordaba como o cuando llego a ese lugar, no sabía porque nadie a su al rededor lograba verlo, tampoco sabía porque estaba en un ataúd, solo que no podía moverse ¿Siquiera respiraba?

Sintio lágrimas deslizarse por sus ojos, se golpeó la cabeza contra el mármol del que estaba hecho el ataúd una y otra vez. "Es una pesadilla, solo una pesadilla de la que debo despertar", se repitió a mismo.

Solía tener muchas pesadillas, solo debía forzarse a despertar y estaría bien. Pero, las pesadillas nunca fueron tan reales, en las pesadillas al menos podía respirar o eso creyó.

Los Mellizos Peverell BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora