Capitulo 29.

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Capítulo dedicado a EstrellaTejeda880

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9 de julio de 1992.
Mansión Peverell.

Narra Ariadna:
No podía dormir por el silbido que hacían sus pulmones al respirar y por la presión que sentía en su cabeza. Estaba mal hace días, pero en la noche había empeorado mientras dormía, el grupo de medimagos dirigido por Madame Elizabeth le había dado más pociones de las que pudo contar e insistieron en que comiera a pesar se que no fue capaz de retener la comida. Noto que entre las pociones que le habían dado algunas eran para evitar que durmiera, no pudo evitar maldecirlos en su cabeza por eso. Sabia que ellos no lo hacían con mala intención, que solo querían ayudar, pero quería explicarle lo horrible que era estar despierta en ese momento, aunque no comiera sentía nauseas, todo su cuerpo se sentía pesado y cansado a pesar estar acostada hace días, moría de frío por lo que estaba cubierta por muchas sábanas y mantas, aunque temblaba por el frío no dejaba de sudar y eso hacía que las sábanas y ropa se le pegaran haciéndola sentir muy incómoda. Tenía que estar despierta y en silencio mientras la medimaga intentaba decenas de hechizos sanadores, mientras le dibujaba runas con algo pegajoso en la piel y dos veces al día le pinchaban el dedo para sacarle una gota de sangre, como si de repente el pergamino mágico fuera a detectar algo que se pudiera curar.

Desde que colapsó, no había estado sola más de diez minutos. Cuando los medimagos no estaba ahí, lo estaba Lex. Quería poder decir que le gustaba que su hermano estuviera ahí, pero la verdad no era así, lo veía mal y no se sentía bien como para ayudarlo en algún sentido y tal vez era la razón por la que él estaba así, se forzaba a sonreír e intentar animarlo, pero el no caía en esos vagos intentos. Cuando Lex no estaba con ella, lo estaba su tía Cissa, su tío Remus, tío Sev o tío Lucius, tía Cissa se turnaban con tío Remus para quedarse por las noches, tío Lucius y tío Sev venían en la mañana o la tarde, este último había traído sus propias pociones para propiciárselas, tenía que admitir que esas pociones sirvieron para calmar el dolor en su cabeza por algunas horas.

Deseaba dormir con todo su ser, pero no solo dormir, sino también descansar. Eran cosas diferentes y lo había aprendido ahora, en los últimos días cuando dormía se veía atormentada por pesadillas de las que despertaba cada vez mas cansada, las pesadillas la atormentaban a tal nivel que cuando despertaba apenas podía hablar, ni siquiera sabía que parte de las pesadillas le causaban tanto terror, solían ser iguales con minúsculas diferencias; estaba en un cuarto negro sin techo, las paredes y el piso eran particulares por las vetas plateadas que las recorrían y al no haber techo podía ver cientos de miles de estrellas iluminado el cielo, más haya de eso el cuarto estaba vacío. Habían dos puertas una era negra con cientos de líneas rojas tan finas como hilos y tenía el símbolo de las reliquias de la muerte dibujado y la otra era de un blanco liso, siempre se sentía atraída a la puerta negra con el símbolo de las reliquias a veces incluso escuchaba que la llamaban del otro lado de la puerta, cuando la abría y entraba por un momento todo era oscuro y silencioso, luego la puerta se cerraba de golpe a su espalda y todo comenzaba a teñirse de un blanco brillante, una vez la habitación se volvía completamente blanca empezaba a sentirse muy mal, horrible, escuchaba gritos que pedían ayuda, pero no veía a nadie a quien ayudar. Luego las voces dejaban de pedir ayuda y empezaban a gritarle por venganza, porque no los ayudó.

Los Mellizos Peverell BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora