Capítulo 21. La caída de una reina

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Es pasada la medianoche cuando Alex se marcha de mi casa y le mando un mensaje a Clo.

Alex se acaba de ir>12:27

12:27<Perfecto, ven a mi casa

¿ Y tus padres?>12:27

12:28<Papá se fue de viaje de trabajo y mamá lo acompaña, no me quiero quedar sola toooda la noche, ándale, ¿Síííí?

Sé que lo hace porque es una chismosa y no puede esperar hasta mañana a que le cuente lo que pasó con Alex.
Okay, voy para allá,
no tardo. > 12:29 Tampoco es que yo no le quiera contar

Todo esto es tan maravilloso, salir con un chico, no cualquier chico, divertirme, tener una amiga con la cual platicar, ser yo misma, estar relajada, todo esto es tan fácil que cuesta creer que sea real, y pensar que mi vida en verdad podría ser así... Y lo será, cuando Alex acepte ser un dinastic, yo voy a ser libre y voy a vivir mi vida, disfrutar cada momento.

-¿Y qué hay de Alex? - pregunta la voz en mi cabeza y siento como si un balde de agua fría cayera en mi cabeza, tendría que renunciar a Alex para obtener mi libertad. Pero le ofrezco la eternidad, el poder, una vida como a la que está acostumbrado pero multiplicada por infinito, y no quiero decir que se vaya a quedar eternamente con Werner, tal vez en unos doscientos años encuentre un reemplazo y sea libre, ¿quién dice? Incluso podríamos ser amigos para entonces, no es tan malo. Trato de convencerme de que no será tan malo.

Salgo de mi casa y pongo en marcha mi coche hacia la carretera que me lleva a casa de Cloe. Enciendo el estéreo y se escucha She will be loved, inconscientemente empiezo a cantar la canción, golpeo el volante con mis dedos al ritmo de la música, la canción me hace sentir con un poco de esperanza, o no sé, de una manera extraña que aún no llego a comprender, suspiro e inhalo un montón de aire llenando mis pulmones, al tiempo que comienzo a sentir algo extraño en el ambiente acompañado de un irritante olor a fresas, inhalo más profundo para poder identificar el olor, pero sólo puedo sentir fresas invadiéndome, tengo picazón en la piel como si me hubiesen echado polvos pica pica, recuerdo que cuando era pequeña una vez estaba jugando con unos niños a cortar bolitas de un árbol, después de un buen rato nos dio una picazón horrible que casi nos hace llorar, fue entonces cuando un tipo que nos había estado observando desde el principio nos dijo que era un árbol de pica pica, todos salimos corriendo a nuestras casas para limpiarnos, toda mi piel quedó lastimada por la forma en la que me rasqué, estaba tan enojada que unas horas más tarde, cuando ya me había recuperado, regresé al árbol de pica pica con una manta y con cuidado de no exponer mi piel, me puse a recolectar las bolitas del árbol y por la noche me escabullí por la casa de aquel sujeto y llené su cama de las bolitas mientras él dormía, al otro día se le pudo ver por el pueblo con la piel mucho peor que la mía, nadie sabía a ciencia cierta quién lo había hecho, pero papá lo descubrió gracias a la gran sonrisa de satisfacción que tenía en el rostro, y me gané una regañina; un homigueo me causa molestia en la boca, me veo en el retrovisor para asegurarme de que no tengo hinchada la lengua, aunque sé que es imposible porque mi cuerpo no sufre ningún cambio jamás, estoy en lo correcto, siento como si mi garganta estuviera cerrada y no puedo respirar, por más que intento meter aire a mis pulmones, bajo los cristales del coche para así poder respirar el aire fresco de la noche pero no funciona de mucho, la presión en mi garganta continúa molestándome, un semáforo se pone en rojo y paro el coche, me llevo las manos a la cara para despavilarme cuando escucho un click proveniente de la puerta del copiloto y veo a un sujeto subiendo a mi coche. No logro ver bien su apariencia, sólo noto una silueta negra y supongo que es un hombre. Mis sentidos están por los suelos.

BrujaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora