Capítulo 4. La chica guapa en la que no puedo dejar de pensar. ¥Alex¥

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La chica guapa en la que no puedo dejar de pensar.

Multimedia: Alex.

Alex

Me bastó voltear a la derecha el lunes temprano al llegar al instituto para presenciar la llegada de un ángel a la Tierra, yo iba desvelado, sinceramente me sentía fatal, sentí a Jen tensarse a mi lado, pero no presté mayor atención, tenía que manejar lo que me estaba pasando: sentía chispas de electricidad recorriendo mi cuerpo entero, que parecían llenarme de vida y adrenalina, si supiera lo que provoca esa sensación haría lo imposible por no dejar de sentirla nunca, es adictiva y me inundaba por completo, eso aunado a la bellísima chica sentada en una banca del instituto, no hay nadie que pase sin voltear a verla, ¿Cómo puedo describirla sin parecer exagerado? Bueno, no hay una forma de describirla sin parecer exagerado, cabello negro, rizado, alborotado, cayéndole agraciadamente hasta su delicada cintura —que llama a mis brazos a rodearla y no soltarla jamás— labios carnosos color fresa que te tientan a probarlos, desde la distancia no podía apreciarlos bien, pero sus ojos eran de un verde extraordinario, ahora sé que son un par de esmeraldas combinadas con ambar, estaba sentada, rígida, con esa sonrisa de actriz porno: falsa y seductora, parecía que estaba posando para una cámara invisible; cuando la vi, incluso la primera vez, pude sentir que me llamaba, y que yo quería ir. Entonces Cloe apareció junto a ella, esa chica es un tornado de alegría, con su simple presencia logra poner de buen humor a cualquiera a diez metros a la redonda y me parece que tuvo el mismo efecto con la chica. Jen ya no podía seguir observando a las dos bellas chicas, si es que habíabsiquiera reparado en ellas, Jen es demasiado antisocial, es cierto que yo me alejo de las personas, que no suelo tener amigos, pero no soy como ella, es tan arisca... así que comenzó a caminar y me arrastró con ella hasta que nos alejamos. En ese momento la chica se metió en mi cabeza y no he logrado apartarla ni un instante, cuando escuché su voz, fue como escuchar el canto hipnótico de una sirena, si bajaba la guardia aunque fuera un poco, iría tras ella, hoy, con un enorme esfuerzo, en verdad había logrado evitarla todo el día.

Y ahora aquí estaba ella, enviándome un mensaje. Leo su último mensaje:

Soy Felissa Beaumont, bebé>1:06

— Eres un imbécil —me acusa Gabbe.

—¿Por qué? —Me hago el desentendido.

—Sabías quién era, babeaste al ver su foto de perfil, pero vienes y le preguntas quién es, con eso ella ya se dio cuenta de lo imbécil que eres, aún así decidió contestarte, pero tú ¡le das el visto! Amigo, ¿estás ciego? Esa chica está que arde.

—Cállate Gabbe—Le daré un puñetazo si no se calla, Felissa no está que arde, es preciosa.

—Yo sólo digo Alex, mira, eres popular, las chicas mueren por ti, los chicos quieren ser como tú, y ella... Ella es una diosa, todos suspiran por ella y apuesto a que más de uno ya hasta soñó con ella.

Idiotas todos.

—A Jen no le agrada.

—¿Es en serio? A Jen no le agrada nadie, ni siquiera creo agradarle.

—Es un poco amargada, pero le agradamos Gabbe.

—Corrección: le agradas tú, está loca por ti, y por eso es obvio que no le va a agradar cualquier chica guapa que se te acerque.

—Estás exagerando.

—Te voy a decir una cosa y aunque te enojes, todo este tiempo le has estado dando alas a Jen, ¿planeas algún día llegar a algo más?

—¿Qué? No, Jen y yo somos amigos, a mí no me interesa estar de una forma diferente con ella.

—Pues ella no está tan segura, te trata como si fueras de su propiedad Alex, te aleja de los demás, acabas de darle el visto a Liz sólo porque a ella no le agrada.

Eso no es verdad, no quiero hacerle daño a Jen, en verdad la aprecio muchísimo, pero ella no es la razón por la que me alejo de Felissa, me alejo de ella por mi propio bien, algo me dice que es peligrosa, la forma en que me atrae... Va a ser mi perdición.

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