Capítulo 34. Game over...

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Llegamos a Ontario a las seis de la tarde.

Apenas bajamos del avión Cloe recibe una llamada de su madre. Se aleja un poco para contestar en lo que nosotros nos encargamos del equipaje, la nueva azafata que Werner contrató es más eficiente y menos entrometida. Una vez que ya todo está en el coche y el personal se retira, mi amiga se acerca agitada.

-Es mamá- hace una mueca- regresó antes de tiempo y está furiosa porque no me encontró en casa- se mira preocupada.

-¿Pero le pediste permiso, cierto? - ella dijo que le pidió permiso, no entiendo por qué podría regañarla.

-Lo hice, pero se vuelve bipolar, dice que si no llego ahora mismo me matará- manotea alrededor de su cabeza.

Asiento sin saber qué más decir.

Subimos al coche, aún nos queda un largo trayecto hasta Unionville, mi amiga va impaciente todo el camino a mi lado derecho, juega con el mando de la ventanilla al mismo tiempo que golpea sus pies uno contra el otro, yo logro ignorar esa pequeña molestia, pero a Werner no le va tan bien, ya que enfurruña a mi lado izquierdo, se pone los auriculares en un intento de de calmar su irritación, pero no pareve funcionar porque cambia de posición cada dos por tres, por otro lado mi amiga tampoco hace amago de dejar de jugar con eso todo el camino.

Y efectivamente, Cloe fastidió el comando de la ventanilla todo el trayecto, Werner estuvo a nada de aventarla hacia la carretera y yo sólo me mantuve de brazos cruzados y cara indiferente. Cuando gracias a Dios llegamos a casa de Cloe todos se relajan y dejan de portarse como completos tontos.

-¿Quieres que entre a hablar con ella? Tal vez lo tome con más calma si ve que había un adulto responsable - sugiere Wern, y a decir verdad me desconcerta bastante su ofrecimiento, supongo que se debe a que la cara de preocupación de mi amiga no ha desaparecido.

-Gracias- agradece la rubia - pero es mejor que vaya yo sola, créeme, si bajas sólo será motivo para agarrarla en tu contra, en estos momentos ella es como una bomba nuclear y si explota acabará con todos.

-Felissa es peor que diez bombas nucleares juntas- bromea y yo le doy un codazo.

-Estoy bien, en serio.

Werner asiente y no insististe.

-Suerte- le deseo cuando finalmente se baja del coche.

-Tal vez sea el fin del mundo - bromea.

-¿Chubaca está con Gabbe, verdad? - no es por nada, pero extraño a esa perrita, por muy infantil que eso suene, además, no quiero causar problemas a Gabbe y que piense que soy una desobligada.

-Ehh... Sí - juega con su cabello nerviosa- no te preocupes, yo iré por ella y la llevo a tu casa- sonríe un poco, no quiero ni imaginar lo que le espera entrando a su casa, yo jamás tuve una mamá que me trajera marcando el paso, tal vez me hubiera gustado, no, la verdad es que no, pero preferiría eso a no tener una mamá, una mamá que me abrace, que me cuide, que sea mi confidente, mi consejera...

-De acuerdo- regreso al presente - entonces, nos vemos al rato.

Nos despedimos y ella entra a su casa sin voltear a ver en nuestra dirección.

-Su madre está loca- me dicr Werner - tal vez necesita de alguien que la ponga en su lugar.

-¿Y ese vas a ser tú?

Levanta un hombro.

-Podriamos tener un charla.

-Ni lo pienses. Lo digo en serio, mantente alejado de su mamá - le amenazo.

BrujaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora