Capítulo 33. Beso francés

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-¿Felissa? ¿Me recuerdas?- s
u característica sonrisa vuelve a hacer acto de presencia.

-¿Debería? - pregunto en tono indiferente.

-Eh... ¿Tal vez? - duda.

Werner pone cara de fastidio.

-Muchacho, sólo debes poner nuestras cosas en el elevador, vamos al último piso.

Steven asiente y hace lo que se le ordena.

- Supongo que fue una de tus conquistas, ya sabes lo que opino de que te metas con el personal- me regañana Wern.

-Me hizo un favor- me defiendo.

-Sabes que odio tener que despedir a alguien sólo porque decidiste pasar el rato con él, es mejor cuando son desconocidos.

-No te estoy pidiendo que lo despidas, pronto sabrás lo que buscaba esa noche.

Comienzo a caminar acompañada por la mirada curiosa de Cloe.

-Gracias Steven- murmuro cerca de su oído para que nadie más pueda oírme.

Nos subimos al lujoso ascensor bañado de oro puro dejando a Steven tímido, las puertas se cierran y Werner lanza una pequeña descarga de poder -es la unmanera en la que funcionan los botones de los pisos superiores -al botón que anuncia el piso doscientos. El ascensor comienza a moverse a una velocidad de vértigo que provoca que mi mejor amiga suelte un gritito y nosotros reímos.

Unos pisos antes de llegar, me preparo ,trueno los dedos de mis manos sólo para agregar mayor dramatismo y veo a Werner quien sonríe travieso.

-¿Lista para sorprenderte, Cloe?- le dice a mi amiga.

Ella no dice palabra. Sólo asiente.

Las puertas se abren y antes que nada cambio el ambiente del piso, todas las puertas y ventanas de las suites se cierran de golpe, la cristalería hace ruidos como si estuviera a punto de estallar, el mármol truena, las lámparas comienzan a parpadear y enseguida apuntan directamente hacia nosotros, la energía fluye por todo el lugar haciendo que todos nos volteen a ver, se oye un estruendo y la puerta de mi suite se abre, revelando una luz encendida, del reproductor de alguien comienza a sonar Girl on fire y se extiende a todo volumen, sonrío mientras camino altanera hasta mi habitación, Werner y Cloe a mi lado, muchos se esconden y otros voltean discretamente, nadie sonríe, nadie habla, sólo se escucha la canción y el resonar de nuestros tacones.

-Las maletas- ordena Werner a alguien que no volteo a ver, al llegar junto a nuestras habitaciones libero el seguro de la suya- ¿Qué les parece disfrutar de una cena esta noche?

-Claro- sonrío.

- Nos veamos aquí a la nueve, mientras tanto, diviértanse- señala todo nuestro alrededor, el cual sigue en penumbra, entramos a las habitaciones y al cerrar la puerta regreso la electricidad a todo el piso.

-¡¿Qué fue eso?! - pregunta Cloe anonadada.

- Una buena entrada - contesto - debían saber que estamos aquí y que no se meterán con nosotros.

-Un espectáculo - sonríe.

-Exactamente.

-¿La canción era necesaria?

-¿Por qué no? Fue un gran toque. Es mi canción.

Me río.

-Wao- inspecciona la habitación.

-Esta es mi suite- le muestro todo.

-¿Tuya?

Asiento.

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