Capitulo 14

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LA LEY DEL CUERVO

LA LEY DEL CUERVO

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Adriano

Alpes de Lepontina, Italia. Julio 5.

Deslizo los dedos sobre la imagen que cuelga en la sala, un canvas 20 por 24 que cuelga en la parte alta de la pared, un retrato hecho a mano por un gran artista que supo plasmar cada detalle de mi hermana.

Posa seria en la imagen, todavía era una cría caliente de 16 años en ese momento. Carina Vella era preciosa con ese aire peligroso que nos envuelve a todos los Vella, era ambiciosa y aveces me preocupaba el que en algún punto tuviera que alejarla por el puesto.

Se adelantaron a los acontecimientos.

Nunca le hubiera echo mucho daño, era mi hermana y debía protegerla. A ella y a Gabriella de quien aún no se nada, más que está recluida en las cárceles de máxima seguridad de Washington. Aún no se a publicado nada sobre el juicio que se que le harán y no se cuando demonios todo se salió de mis manos.

Si lo se... una cosa es que me niegue a aceptar mi desfachatez.

Él la mató. Él es el asesino. —entra Federico en la sala.

Somos casi del mismo tamaño, aunque el es un poco más bajo, tiene cabello del mismo color que yo y nos parecemos físicamente bastante debido a que los genes Vella no son un retozo.

— ¿Quien fue? —pregunto girándome y mis ojos caen sobre el consigliere.

Stark Hoffmann Marchetti. —dice el hombre mayor con acento italiano— Primogénito del ministro Hoffmann y la capitana Marchetti.

El ministro Hoffmann... ese hombre está pasado de tiempo en la tierra, llevo mucho tiempo respirando el mismo aire que él por ello, el hombre ha sabido llevar el cargo al pie de la letra, ha encerrado cientos de criminales de la manos de los D'Angela, los Brown, los Jackson, los Smith y todos sus malditos soldados.

Al parecer los hijos serán peores que los padres.

Hay que vengarse. —espeta Federico— Hay que matarlo.

Federico nunca podría ser un buen líder, es muy impulsivo y eso no es bueno cuando se debe mantener un apellido el cual debe ser respetado ante nada.

Federico me tiende la carpeta que disperso sobre el escritorio, enciendo el dispositivo que me muestra la imagen en holograma del hombre que acabó con la vida de Carina.

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