Capitulo 44

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UN AGENTE DESCUBIERTO

UN AGENTE DESCUBIERTO

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Isaac

Comando militar, octubre 20.

Trago duro teniéndola delante de mi mientras ambos estamos afincados en la mesa donde planeamos el próximo golpe, los demás Elegidos deberían estar aquí pero por ordenes de arriba no pueden, debemos ser ella y yo, nadie más.

Debemos planear la entrada a una fiesta de narcos y mafiosos, con temática, —ni puedo decirlo es tan ridículo—:

—La temática es moda del 1820. —dice ella señalando los atuendos con una tableta en la mano. Observo lo que muestra mientras pongo las pulseras que debemos llevar puestas esa noche.

—Azul: solo observar. —digo observando sus carnosos labios rojos— Amarillo: Tocar. —pongo la otra pulsera y mi brazo roza el suyo enviando espasmos por todo mi cuerpo— Verde: Sexo casual. —digo y su azul se clava en mis ojos como si un mar embravecido me quisiera llevar a lo mas profundo— Naranja: Tríos y orgías. —digo sin dejar de mirarla— Rojo: Sin límites.

—Realmente hay que admirar como se la curran cuando de perversiones y lujuria se trata. —musita afincando las manos en la mesa y dándome la espalda tirando la cabeza hacia atrás, sus ojos me miran del revés y el cabello negro cae tocando la mesa.

—Terminamos. —espeto serio recogiendo las cosas y se gira a mirarme.

—¿Que? —dice— Apenas comenzaba a divertirme. —hace un puchero.

Me giro de la mesa tomándola del cuello, le gusta joderme, por ello la siento en la silla de la cabeza de la mesa clavándole la rodilla entre las piernas, levanta la cabeza desafiándome, pone los ojos en blanco con la presión en el cuello, no me teme y parece que tampoco la intimido porqué se queda mirándome a la espera que haga o diga algo.

—No me puto provoques Sunshine. —espeto en su boca y el azul disminuye cuando se le expanden las pupilas.

— Aunque no quiera lo hago. Cada que hablo, camino o te miro piensas en las mil y un formas de follarme. —se ríe.

—Ya no. —digo y ríe.

—¿De verdad? —dice deslizando la mano por mi abdomen.

—Si, porqué ya no pienso en follarte pienso en hacerte mía. —digo soltándola y pasándome la mano por mi ropa, me acomodo la erección lidiando con las ganas que no se me acaban.

Soy un hombre sexual mente activo pero tampoco era un obsesionado como ahora, obsesivo con su cuerpo, boca y ojos por ello salgo de la sala dejándola detrás. Ignoro a la rubia que me cruza por el lado mirándome ya que necesito descifrar que me sucede.

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