Cuarto libro.
Segunda generación, de mi saga anterior. +18
Pecadores de tiempo completo... el pecado vive en el alma de los trillizos Hoffmann, son tres seres diferentes pero atados por una misma cadena, una pesada que no pueden ni quieren cortar...
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Lexie
Comando militar, Washington agosto 16.
Sonrío escuchando como habla Madison sobre la luna de miel, soy feliz si ella está feliz, es mi hermana mayor, ha sido mi mejor amigas y su felicidad realmente es la mía. Amo igual que ella a Mark, se merecen el uno a otro, son tal para cual.
—Ajá, pero yo no vine a escuchar sobre el servicio de la villa ni lo buena que era el agua de la playa. —habla Sunshine como si estuviera muy harta de todo.
—¡Sun! —me reprende Grace.
—¿Que? Aquí todas queremos saber los detalles calientes. —dice mirándose las uñas.
— Ya, bueno si. —habla Madison sonriendo mientras se lleva el vaso de jugo de naranja a la boca.
Estamos en nuestra hora de almuerzo, hace un maravilloso clima, el sol brilla perfectamente en el cielo y este está de un color azul claro que te da ganas de que sea verano todo el año. La brisa me remueve la coleta ligeramente cuando me llevo el vaso de limonada a los labios.
—El sexo... el sexo... eso no fue sexo. Eso fueron las mejores cogidas de mi vida. —suspira Madison— No... no se ni que mierda decir, pasaron cosas que ni siquiera me espere, digo... el sexo entre ambos siempre ha sido muy bueno, siempre nos hemos entendido en la cama pero...
—¿Pero? —preguntamos todas al mismo tiempo.
— Él...
—No me digas que se vino de una vez. —dice Melanie negando con la cabeza y tapándose la cara.
—¿Se durmió? —pregunta Grace.
Sunshine y yo seguimos en silencio mientras vemos a Madison quien se da un trago de jugo largo.
—Llevo una maldita maleta llena de fustas. —dice y escupo lo que tengo en la boca a un lado. Agradezco que estemos en él área del pateo.
—¡¿Que que?! —preguntamos todas menos Sunshine.
—Que rico. Nos salió sádico el chistosito. —dice Sunshine poniéndose de pie.
—¿Fustas? ¿De las...? —pregunta Grace y Madison asiente frenéticamente.
—Santo Dios. —ríe Melanie.
—Me azoto toda la maldita noche. —dice Madison y pareciera que se va a echar a llorar.
—¿No te gusto? —pregunta Sunshine afincando en la mesa.
