Capitulo 42

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Stark

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Stark

Washington Estados Unidos, Octubre 7. 01:12AM

Aparco el coche frente a la propiedad de los D'Angelo Langford. Pego la cabeza al manubrio del coche, ha sido un día pesado, sigo teniendo la opresión en el pecho, no ha descansado desde hace mas de veinticuatro horas.

Adriano tenia planes de detonar una bomba en ma cárcel para entrar y sacar a Gabriella, después lo de los mellizos... y... maldición.

Saco el movil enviándole un mensaje a Lexie.

¿Estas dormida?

No contesta y me desespero, he tenido demasiado en mi plato y me molesta que se ilusione con cosas que no son, nunca he estado en una relación y me da miedo lastimarla.

Como dije no contesta y termino bajándome del coche. Camino con cuidado de no alertar a los centinelas que cuidan el lugar, como soy agente conozco los puntos de los centinelas así que camino por el lado de la casa llegando al balcón de su habitación en el segundo piso.

Podría tirar una piedra a su ventana pero sus padres son militares y se despertarían. Pongo la cabeza a funcionar y...

Soy un maldito ingeniero puedo entrar a la casa que me de la gana y burlar el sistema de seguridad como si fuera algo de todos los días.

Me acerco a la puerta trasera y la pequeña pantalla me recibe con el detector de huellas digitales, esquivo esa parte tecleando un código en la pantalla que me lleva a la parte interna de la cerradura, tecleo otros códigos y... una sonrisa se pinta en mi boca cuando la puerta se desbloquea. 

Empujo la puerta entrando, en la cocina, mi mirada viaja al refrigerador atrayendo el recuerdo de el día que la estampe contra el aparato...

Doy pasos cortos llegando a los escalones, me quito los zapatos que sostengo mientras subo escalón a escalón conozco la casa por ende camino directo a la habitación de Lexie, la puerta no tiene llave por ende abro y cierro dando pasos cortos por el pequeño pasillo de su cuarto.

Tiene una pared llena de cosas que parecen regalos pequeños, aretes, collares, tiquetes de concierto, fotos con amigos y... mis ojos viajan a la cama que es ocupada por ella, tiene las sabanas hasta el tope, apenas se le ve la cabeza, ocupa un espacio diminuto en la cama kingsize y la contemplo dormida.

No se mueve, las frazada tampoco se mueve y al cabo de unos minutos me acerco a la cama, no tengo mucho tiempo pero quiero dedicárselo a ella que no sale de mi mente desde que le colgué el teléfono.

Llevo la mano a la sabana que levanto y... me pongo alerta cuando se voltea rápido agarrándome con la guardia baja, su mano se comprime contra mi cuello y mete la mano bajo la almohada sacando el arma con la que me apunta. 

LUJURIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora