LO ÚNICO QUE QUEDA.

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LO ÚNICO QUE QUEDA.

Steel

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Steel

Comando militar, Washington Estados Unidos.  Noviembre 19.

*Leer con la canción en multimedia:  Little Talks de Of monsters and Men.

Nunca diría que mis padres se equivocaron al criarme,  no soy un hombre  mentiroso y mentiria si dijese que en cada no me falto amor, entendimiento o regaños cuando me los ganaba. Victoria Marchetti tiene carácter pero el amor hacia nosotros no era algo que disimulaba.

Ella me enseño que el amor no es solo lo que se dice si no lo que se hace, me lo demostraba cada que se enojaba si llevaba la camisa del uniforme de la academia, también cuando se ocupaba de que me sirvieran desayunos, comidas y cenas saludables. Lo hacia cada que me leía algo en la biblioteca con mis piernas sobre sus muslos y sus dedos acariciando mus muslos.

El ministro era un tema diferente, no fue/ no es un padre ausente, siempre estaba ahí cada que yo baja de la tarima después de ser reconocido por mi cerebro, de niño solía meterme a las malas debajo de él para que nos diéramos calor en el invierno y de alguna forma se derretía con nosotros.

Camino por el pasillo encaminándome a la oficina donde me espera Ivana Langford, sostengo con una mano a Porsche que duerme en el asiento del coche, en la otra mano sostengo a Ferrari que esta despierto pero se le ve en el rostro que se quedara dormido en nada.

No he dormido, todo me atormenta y las cosas que han pasado en los últimos días solo me dan rabia, la vida que creía perfecta me ha abofeteado demostrando que perfecto nada.

Me sigo repitiendo lo mismo en la cabeza mientras camino apretando mas y mas los asientos que llevo en las manos, bajo la cabeza observando a los dos niños que no me dejan de alguna forma dejar de repararlos aun cuando no me ven.

De un abrir y cerrar de ojos había perdido una parte vital, una columna de mi vida que ahora solo esta en ruinas y no veo forma de reconstruirla mientras dos columnas mas se menean con ganas de caer y derrumbar con ellas.

No son ustedes, ni yo, es el mundo.

Me siento como un imbécil, conociendo la ciencia como la conozco quisieras justo ahora no hacerlo, que de alguna forma los mellizos captarán lo que repito en mi mente para ellos mientras mas nos acercamos a la puerta donde siento que el mundo se me tambalea alrededor.

Queriendo que ella esté pero se que no llegara.

La puerta se abre dándome paso con ambos niños, mis nudillos están blancos por la presión, los niños duermen de lo mas relajados mientras que yo mantengo el caos dentro de mi sujeto.

LUJURIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora