Capitulo 36

240 16 1
                                    

AHOGO

Steel

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Steel

Washington, Estados Unidos. Septiembre 23

La semana en el comando no ha sido tan pesada. Necesito una buena botella de vino y irme a mi casa a descansar.

Levanto la cabeza cuando la junta termina, Sunshine afinca su cuerpo contra la mesa junto al general y suelto una risa nasal cuando dice: 

—Para el que me dijo que no puedo atracar con tacones. —musita ella poniendo el video donde sale dando una vuelta en el aire impulsada por la pared y soltando disparos.

Isaac la mira mal y me aguanto la carcajada. Esos dos se odian demasiado, en vez de aprovechar ese odio para hacer algo productivo con él.

—Pasado mañana todos tienen entrada en la subasta—nos informa un cadete.

Lo había olvidado.

Me pongo de pie mientras todos salimos de la sala. Miro alrededor mientras visualizo a la brasileña que  recoge su tableta de la mesa con la cabeza metida en el aparato, me volteo rápido, envolviendo el dedo en la tira vertical de tela por donde pasa la correa que carga.

El agarre la devuelve y pateo la puerta cerrando la puerta, la volteo sentándola en la mesa, se ríe pegando su tableta a su pecho y mi tamaño es notable cuando bajo la cabeza besándola.

—Tú, yo y mi cuarto. —digo lo que quiero respirando su mismo aire.

— ¿Donde quedaron las serenatas y las flores? —bromea y paso la mano por si cintura.

—No se, pregúntale a Romeo. —digo.

Su fragancia entra en mi nariz, sus ojos verdes centellan en el azul de los míos y la cercanía me agrada cuando la cargo pasando las manos bajo sus muslos y rozando mi nariz con la suya.

— No necesito un Romeo si te tengo a ti. —dice encendiendo mis venas, junto mi boca con la suya. Sus labios redondos tocan los míos, mi lengua se adentra en su boca mientras mi mano se envuelve en la parte trasera de su nuca, succiono sus labios, me besa con las mismas ganas, es mas ahora creo que el primer polvo en vez de bajarnos las ganas nos la subió.

— Que bueno. Porque no creo que Romeo haya querido hacerle todo lo que yo quiero hacerte a ti brasileña ardiente. —digo deslizando mi boca a su cuello. No se que es lo que me agarra con ella, otras mujeres no me dejo abrazar cuando de sexo se trata, sin embargo ahora ella me abraza jadeando en mi oído y siento como el calor sube en ambos.

LUJURIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora