✧ Setenta y dos ✧

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—¿Qué escribes Felix?— preguntó JiSung, inclinándose un poco hacia el cuaderno entre las manos del peligris.

Automáticamente apartó el objeto.

—Bien, bien, no lo leeré— JiSung se tiró hacia atrás.

Era la tarde, el cuarto blanco se había llenado de regalos de múltiples colores, entre globos, peluches y flores.

En ese momento estaban ellos dos, ya que Chan y MinHo habían salido a comprar algo para comer para la tarde, galletas y café, ya que lo que servían en el hospital era sólo para Felix y además, insípido.

Todos concordaban que debían recibir algo mejor.

JiSung-ie— llamó, cuando cerró su cuaderno, sentándose en la camilla para mirar a su mejor amigo—. ¿Cómo es-tán tus pi-ernas?— preguntó, señalando su silla.

JiSung sonrió.

—En la última sesión de la terapia dí mis primeros pasos— dijo, sonriendo con evidente alegría—. Iba con andador y tenía a la terapista sosteniéndome, pero... Fueron mis primeros pasos.

Felix sonrió, aplaudiendo suave.

—Creen que para dentro de unos meses pueda caminar por completo— dijo—. No bien, tampoco podré caminar mucha distancia, pero... sin andador, sin caerme ni nada de eso.

»Es poco. Pero, yo creo que poder caminar desde mi cama hasta el baño por mí mismo, está más que perfecto.

»Por supuesto que va a ir en aumento.  Algún día podré subir escaleras, podré caminar desde mi casa hasta de MinHo, o hasta la escuela... Pero voy a continuar mejorando... Hasta no lo sé— se encogió de hombros—. Seguiré hasta poder correr maratones, quizás hasta ganar una maratón.

JiSung tenía los ojos brillantes de alegría, repletos de sueños y metas, su sonrisa era amplia y resaltaba sus regordetas mejillas, cargada de seguridad.

—Se vale soñar— murmuró.

Felix negó.

Lo harás— dijo, totalmente convencido.

JiSung sintió toda la honestidad y la seguridad que Felix le estaba dando sólo con esa mirada de apoyo y su linda sonrisa.

—Tú también lo harás, Lixie— dijo JiSung, aunque de refería a un tema totalmente distinto a las maratones, uno más real y cercano a todos sus sueños y deseos que ya vivía en su imaginación.

La sonrisa de Felix tembló un poco, pero asintió ligeramente.

La puerta de la habitación se abrió de golpe.

—¿Es que te trajeron más flores en lo que no estábamos?— preguntó MinHo, su voz estaban demasiado elevada para el silencio de aquella habitación, Felix frunció el ceño al sentirla molesta—. ¿La gente no entiende que es horrible dejarle flores a alguien en un hospital? Tiene pinta de funeral o cementerio.

—MinHo, ¿puedes callarte?— la pregunta de Chris sonó más como una orden.

El peli-naranja apretó sus labios, formando una sonrisa recta, acercó una silla cerca de su novio y le pasó el vaso de café que le había traído.

Por su lado, Chan se sentó en el borde de la camilla, dejando que Felix se apoyara junto a él y compartieran el vaso del capuchino.

Él no era tan de la mezcla del chocolate con el café, prefería el café solo, sabía que Felix era casi la única bebida que le gustaba y por eso la había comprado.

Había tenido que declararlo propio para poder pasar, ya que no permitían ingresar comida para los pacientes.

Pero a Felix lo pondrían en ayunas pronto para la cirugía, merecía un lindo capuchino antes de no comer nada por doce horas.

Los quiero mu-cho— murmuró Felix en el silencio de la habitación, ganándose miradas de todos.

—También te queremos, Lixie— dijo MinHo.

—Te queremos— afirmó JiSung.

—Te quiero demasiado— dijo Chan, tomando su mano y entrelazando sus dedos.

Felix sonrió, ocultando sus lágrimas.

Felix sonrió, ocultando sus lágrimas

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