💌Capítulo 12💌

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Mi padre, Dick Benites William, ministro de educación

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Mi padre, Dick Benites William, ministro de educación. No es el ejemplo de un buen padre, sin embargo, soy cómplice de sus intentos de serlo. Por lo que veo, su definición de ser padre, es dar todos los bienes materiales necesarios, e incluso innecesarios, pero siempre en cuando me hagan feliz. No lo culpo; definitivamente no es una tarea sencilla tener a una hija insoportable y experta en involucrarse en problemas. Él ya tiene sus propios conflictos y un trabajo muy agotador.

«¿Ir de compras? ¿Charla de padre e hija?»

Sabía que cuando tomaba de excusa realizar alguna de mis actividades favoritas, era para suavizar algo que me tenía que decir.

Por ejemplo, en mi primera representación musical en un escenario repleto de gente, deseaba mucho tener a mis padres en el público, para que el momento de estar cantando, verlos a ellos y llenarme de tranquilidad. Pero lo único que fueron capaces de hacer, fue regalarme una entrada para ir a un concierto de mi artista favorito, porque ellos estaban muy ocupados en su trabajo y no iban a tener tiempo para presentarse en aquella actividad.

También cuando tenía quince años y les pedía a gritos una guitarra e ir a un taller de canto, lo único que obtuve como respuesta, fue una salida al karaoke con mi padre. Nunca olvidaré ese día; me dijo que no me recomendaba dedicarme a la música y que mi madre y él, nunca aceptarían y apoyarían aquello.

Así es como el sueño de una adolescente fue hecho añicos.

No obstante, el tiempo es capaz de dar giros inesperados en la vida.

Y sí, mi querido padre, estaba recogiéndome para ir de compras después de salir de un taller de teatro musical... No lo sé, pero con todas mis experiencias anteriores, sé que esto no me trae nada bueno.

Luego de saludarlo y de darle un beso en la mejilla, asentí y subí al coche.

—Buenas tardes, Freddie —saludé alegremente a mi único y favorito conductor.

—Hola, capitana ¿a dónde quieres ir? —preguntó Freddie con el mismo entusiasmo de siempre.

—¿Quieres ir a Gucci, Chanel? Tú mandas, cielo —dijo mi padre, ingresando al auto, sentándose en los asientos de la parte trasera, junto a mí.

Se me hacía complicado esquivar los cuestionamientos que hacía mi cabeza, las cuales, morían por ser respondidas:

¿Quiere que deje el teatro musical? ¿Quiere que abandone el canto? ¿Quiere que me comporte bien con Axel? 

Las cuales, todas me provocan cierta molestia.

—Donde sea, estoy segura que todo me quedará bien —presumí.

Llegamos a la tienda, donde solía comprar mis prendas favoritas. Ciertamente, si estuviera sola, me encontraría sonriendo de oreja a oreja, con una emoción en el pecho; en cambio, ahora mismo, no me siento tan intrigada por ver qué prenda comprar, sino, por las palabras que mi padre dirá.

P.D. Simplemente te amo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora