"Ansel"
Estando aquí dentro de la cueva me dispuse a leer un poco a la luz de un fogata que mi maestro había encendido, empecé a leer un poco a cerca de las mandrágoras infernales y de su naturaleza, aunque mi lectura se vería interrumpida por la pelea entre el estúpido elfo y mi maestro, para evitar este tipo de contratiempos me senté un rato a la orilla del rio aunque me di cuenta de que ahí habían almas dentro, por el susto varias de ellas intentaron arrastrarme directo al lago aunque no lo lograron pues yo no estaba dentro de él, volví a sentarme aunque esta vez me alejé bastante del rio, estaba cerca de un árbol casi cerca de la entrada de la cueva.
Retomando mi lectura y avanzando en mi comprensión de algunas especies de demonios en este y el siguiente anillo y a pesar de que esta vez no me encontré con molestia alguna como una discusión ruidosa o algo por el estilo, Isildalf empezaría a quitarse la botas y el peto para según él "darse un baño", cuando en realidad el tenía que ir por algo para que comiéramos y así pudiéramos ahorrar algunas raciones, al dejar al lado mío su armadura y sus botas noté que de ellas emanaba un horrible olor a sudor y eso que he viajado junto con un orco, eso debería de haberme hecho inmune al hedor de un elfo como ese.
—¡Oye apestoso, si te vas a meter al río que sea rápido, tu nauseabundo olor me hace querer vomitar! —Por los dioses el olor de esas prendas casi me mata.
—Cállate niño, deberías de respetar a tus mayores, a fin de cuentas, es por ti que estamos aquí. —Su respuesta me hizo enojar bastante, cuando agarré mi cuchillo Azrael vino para detenerme, y terminó por calmarme y mi comentó que debía de seguir mi camino al rio pues de hacerle algo a Ansel algo me pasaría en represalia.
"Cambium Personarum"
Perdona mi querido amigo, es lamentable la interrupción tan súbita que acabo de cometer ante la narración de los acontecimientos según el joven Ansel, pero me temo que debemos de cambiar de personajes, ahora sin más creo que debería de dejarlos con el elfo Isildalf. Es mejor a que yo tenga que redactar de él desde mi perspectiva, pues créeme estaría maldiciendo su nombre y desahogándome por medio de rezos y suplicas a Dios por todo lo sentido en mi ser, pues estos tres que me tocó guiar son tan buena compañía para el otro que parecen como gatos y perros. Como sea que los atormente el elfo de una vez, no quiero seguir hablando de un sucio hereje como él.
"Isildalf"
He de admitir que no he estado en el infierno de manera corpórea pero el verlo aquí y ahora me es más aterrador que en mis meditaciones, detesto mi mala suerte pues no he podido arrancarles la cabeza a estos dos incautos, ocasiones no me han faltado pero el problema es aquel ángel, como me gustaría que no estuviera aquí guiándonos, Aldrem está empezando a ser asediada y yo no puedo dirigir a ninguna de las legiones infernales, y para colmo me veo obligado a traicionar a mis reyes para poder salvar unas horribles tierras corruptas llenas de ignorantes y borrachos.
Desgraciadamente en vez de disfrutar de estar en estas magnificas tierras estoy siendo maltratado por un sucio orco y un estúpido nigromante de dieciséis años, en mis tiempos ya le hubieran golpeado con una regla o una rama cuanto menos, como sea tal vez debería de relajarme un poco para así seguir explicándote de mí versión de los hechos acontecidos.
Cuando apenas estoy descansando un poco el orco grandulón se acerca a mí para pedirme a mí, el que está destinado a ser el príncipe infernal que vaya al rio por la cena, ¿es que acaso esa bolsa que nos dieron los eclesiásticos no lleva comida?, me negué rotundamente a ir al rio, él ni siquiera sabe con quién está hablando, por lo que debería de guardarme respeto cada que me hable.
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La historia del orco comerciante
FantasyEstas son las oscuras odiseas de un orco y su compañero nigromante, cuya labor como comerciantes se ve truncada por la imprudencia de un elfo cultista. Atrapados en esta alianza forzada, deben enfrentarse a seres terribles, desatados de un milenario...