El último de los secretos fue revelado en un sueño, yo lo vi, de nuevo vi al ser taurino que con su ira a la tierra en mis sueños azotó, su presencia era suficiente para mostrar la maldad con la que yacía dormido, con fuego interior él hablaba, azufre en el aire es lo que siento ahora mientras el ser respira, su cuerpo es cubierto por una fina capa de oscuridad, solo su cabeza es parcialmente discernible, apenas logro encontrar una razón de verlo de nuevo en mis sueños, su odio era espeso, sus ojos eran iluminados por un color rojo alimentado por las llamas de la discordia.
No rugió, habló tan rápido y tan bajo que no pude entenderlo, sus palabras eran punzantes, era tan extraño, eran como miles de voces, ¿por qué eran agudas las voces?, ¿qué es este ser?
Solo de presenciarlo encontré en él algo que cualquier otro humano hubiera temido ver y eso es la maldad en su estado más crudo, un imponente avatar de lo más cruel que se pudiera encontrar cuyo nivel de amenaza no puede ser explicado con palabras, era tal su maldad que incluso el más loco asesino o el más despiadado dictador temería encontrarlo o incluso sufriría el hablar con él.
Esa cosa me habló, sus palabras fueron precisas y no titubeó, ni se detuvo en ningún segundo, no movió en ningún momento su boca, todo era inmóvil en él, sus brazos estaban colgando por medio de cadenas, pero no discernía en donde estaban sujetadas:
"Fui el primogénito...
Ustedes me adoraron...
Se me fue arrebatado...
Poder...
Él me venció...
Ellos me sentenciaron...
Ellos morirán...
Arrastré a pocos...
Sus reinos fueron míos...
Mi fuerza su fuerza...
Y por ellos el caos creció...
Viviré eternamente...
Ustedes son mis..."
Así escuche, su voz, ese ser estaba débil, pero no moribundo al menos no ahora, quien sea que me hablaba sabía algo, él hablaba como si supiera mucho del pasado, como si hubiera vivido enteramente en él y de él.
—Seas quien seas dime que quieres, ¿porque hablas conmigo, que importancia tengo para que hables conmigo o a través de mí?
—Tus dioses... Ellos... Dolor... Yo... Hambre... Sacrificio... Fuego...
—Explícate, maldito ser, ¡¿qué quieres de mí?!, ¿eres real o una pesadilla?, ¿acaso eres un monarca de este pútrido reino?
—No... Profundo... Abismo... Olvidados... Arcana...Maledictum...
Aquello que dijo poco tenía sentido, pocas palabras pudo hilar, era un terror ciego, que no discriminaba edad ni ser, tuve las visiones más crueles del pasado, sacrificios de niños, y las hogueras listas, perversión y muerte, es lo único que vi, no pude encontrar nada más que muertes en un ambiente de febril locura en una noche con un cielo oscuro y neblinoso como solo un demonio adoraría, solo la luz de las antorchas y una estatua del más horrible ídolo jamás creado que devoraba a los infantes en su interior destacaban.
Con un poco de fuerzas, hilando las palabras y con más detenimiento habló el monstruo:
—Aquello que se me fue arrebatado lo obtendré de nuevo, mis sirvientes son desechables, ustedes se aferran a las ciencias y a la magia para comprender de los poderes que jamás debieron de conocer, malditos, malditos mil veces por mi mano.
Incluso tras el despertar aún siento ser acechado por ese ser que almas consume para alimentar su fuego, incluso si lograse esconderme por mil años esos miles de años seré perseguido por aquella maldad inconmensurable pues es solo cuestión de tiempo de que en algún momento mi magia falle, mi cuerpo sea consumido y el sacrificio inicie, no es ni siquiera un demonio con lo que hablé, era algo más inentendible, algo más poderoso e incluso más implacable, da igual que es lo que yo use en su contra al final tarde o temprano algo pasaría, en este momento después de todo lo que he presenciado esto no me inspira solo miedo me inspira un temor, un temor a una fuerza que jamás comprenderé que cuyo motor es el caos y la muerte, incluso si los incesantes eones me lo permitieran su naturaleza incongruente me sumiría en una espiral de locura la cual me devoraría igual de rápido que sus brazas malditas.
No hay escape alguno para el humano, no hasta el momento, desconozco que tan condenados estamos, agradece que seas quien seas no estás aquí, ni hagas lo que hagas estarás tan maldito como aquel quien te escribe esto, yo lo he visto, ni mi mentor ni el elfo encontraran a este ser. Aquél ángel es en quien puedo confiar por su inmortalidad y sabiduría, en este momento en el que nuestra cordura peligra y nuestros adoloridos cuerpos sanan. ¿Qué podemos hacer cuando nuestro futuro está condenado?
Tal vez por eso estamos aquí, porque solo los malditos pueden bajar tanto como para seguir en pie y no perder la cabeza por el abismo que los mira constante, expectante y hambriento, ¿acaso crees que es posible negociar con un rey caído? ¿Acaso crees que el infierno es cómodo? ¿Acaso crees que en este misero foso hay dicha y diversión y que tu poeta o bardo yace aquí? Tal vez esta última sí, pero él es devorado si es que no se arrepintió antes de su ultimo respiro y por ello en el purgatorio yace, se testigo de mis palabras, oh condenado ingenuo, yo, nosotros, no seremos recordados con alegría y con canciones, menos con la dicha de ser héroes, merecemos ser olvidados, así como todo rastro de lo que sea que haya aquí en donde el mar de fuego consume al pecador y donde el traidor original ruge.
Escucha bien al nigromante disculparse, escúchalo pedir su salvación y redención incluso si por medio de la magia oscura debe de servir a la bondad, si entre la oscuridad de los caminos debe de rondar para entregar el mensaje y la luz, por ello es que entre los señores de la nigromancia seré recordado como el traidor, como el débil, como el blasfemo a las reglas de los antiguos códices, así sea, si es que con ello logro salir con vida de aquí, si es que así salvo a aquella aldea que acogió de niño, si con ello salvo a aquellos que considero como amigos y familia, en mi muerte habrá algo, el sentido de la responsabilidad. Tal vez incluso si tengo suerte vuelva a transmigrar y esta última vez será definitiva, en algo más hermoso, tal vez limpiando mi alma de forma completa para así presenciar aquella batalla del fin de los tiempos, porque sí, algún día estos huesos se romperán, este cuerpo se someterá, y mi conciencia deberá de volver allá de donde fue hecha, solo es cuestión de tiempo, porque sé que haga lo que haga solo retrasaré lo inevitable.
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La historia del orco comerciante
FantasyEstas son las oscuras odiseas de un orco y su compañero nigromante, cuya labor como comerciantes se ve truncada por la imprudencia de un elfo cultista. Atrapados en esta alianza forzada, deben enfrentarse a seres terribles, desatados de un milenario...