"Ansel"
No estaba vivo antes de mi despertar. Cuando quise darme cuenta estaba caminando en un bosque muy oscuro y tenebroso. Solo la luna pálida y gibosa era mi compañía, mis heridas eran ya una molestia, no había nada, solo más oscuridad y el humo a la lejanía el incendio se acercaba vorazmente, no podía correr muy rápido, pero hice un esfuerzo por largarme de aquí, invoqué a mis quimeras para su ayuda, me monté en su lomo y gracias a ella pude escapar a salvo.
Apenas sentía como si mi alma hubiera regresado a mi cuerpo, no recuerdo nada de como me dispuse a caminar en medio de este bosque, era como si una parte de mí se dispusiera a huir ante algo, pero no era el incendio, tampoco era lógico ese pensamiento en mi mente. Un cuerpo muerto no puede moverse sin nadie que lo controle, sentí un abrazo cálido al momento de retomar mi conciencia, pero más allá de eso prefiero no seguir pensando en las razones de mi extraño despertar. Tal vez es mi mente que trata de bloquear aquel pensamiento irracional que muy para mi pesar ni la magia ha podido responder.
Otra idea que se me pasó es que haya podido ser una ayuda de Azrael, podría ser dada su naturaleza angelical, pero hasta donde recuerdo de mis viajes, él no era de muchas sútilezas al momento de actuar, incluso sus acciones más benevolentes no eran de muy bajo perfil, como la vez en que hundió los barcos cultistas en el quinto anillo.
Tal vez simplemente estoy divagando mucho en lo que es un viaje que para el aventurero común estas peripecias lo habrían ya llevado a la locura o como mínimo haberlo hecho renunciar a esta cruzada de brutal proporción.
En el cielo, solo una estrella empezó a brillar con extremo fulgor empíreo. Si tan solo supiera que hacer.
Incluso dejando que aquella estrella guiase mis pasos sentía aún dudas de mi actuar, que hacer ahora que he visto al mal de frente y que era lo que debía de hacer para superar al que se supone es aquel que maldijo a Ofir. Nada estaba claro ni mi mente sabía ya si dejarse nublar y ceder paso ante el último respiro o si debía de permanecer más tiempo, no había nada más que hacer que seguir adelante, sin rumbo fijo, solo ir a donde fuese que el destino me llevara por medio de mi fiable quimera.
Entonces ahí en la lejanía vi un pequeño pueblo, era un rastro de buena suerte ver esto, pero sus casas eran tan parecidas a la arquitectura de la antigua Grecia, algo diferente a la Atlántida que en ocasiones era más moderna en sus edificios y tecnología. No me sentía con la confianza suficiente de ver algo con dicha arquitectura Helénica tras mi sueño.
Gracias a que me sentía un poco mejor de mis heridas caminé directo a lo que podría ser una posada, esperaba quedarme ahí unos días al menos, hasta que vi en un letrero con las letras del antiguo imperio griego el mensaje: "Μπαρ της χαμένης Τροίας, δεν δεκτοί Αθηναίοι"
Según entendí era una taberna o algo, y tampoco permitían a los atenienses, pues como no soy ateniense entré así sin más.
Al entrar encontré lo típico, uno que otro centurión de aquellas épocas, algunos seres curiosos como las dríades y algún bardo por ahí.
Me senté en frente en la barra le pregunté al cantinero si tiene una habitación para pasar la noche. Dijo que sí pero primero era necesario que comprara algo, al ser un nigromante y por obvias razones por mi magia no debía de beber.
La última vez que un mago bebió en la aldea de la tribu de Sög todo fue una locura, casi se mueren miles por culpa del brujo que bebió de más, fue divertido ver como lo hicieron polvo en la arena.
Como sea, le dije al cantinero si no puedo pagar por el cuarto nada más y me dijo que sí, si con eso le dejaba de molestar, ya que no dejé de rayar su barra escribiendo con una navaja un hechizo de invocación para unas chicas gato.
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La historia del orco comerciante
FantasiaEstas son las oscuras odiseas de un orco y su compañero nigromante, cuya labor como comerciantes se ve truncada por la imprudencia de un elfo cultista. Atrapados en esta alianza forzada, deben enfrentarse a seres terribles, desatados de un milenario...