Última memoria de una velada encantadora: Ronda dos (Parte uno)

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"Isildalf"

Y allí iba, mi último día, ya todo estaba hecho, quería quedarme aquí en lugar de seguir, me quedé sentado en los jardines de atrás, allí junto a la fuente, el sol brillaba tan hermoso y el cielo era divinamente azul al contrario que como lo dejé aquella noche, me sentía tan gustoso de ver algo tan bello por primera vez sin sentirme culpable.

Pero algo era lo que me incomodaba y era que de seguir con mi misión no volvería a ver a esta gente, todos tan amables, todos tan bonachones, pero sobre todo a ella, a Wendy, a quien sentí cercana por su amable trato a mi persona, era bonito estar cerca de ella, me traía nostalgia de un tiempo más noble y lindo de mi infancia a pesar de las dificultades.

Recuerdo aún esa noche, a todas ellas les dije de casa que necesitarían de sus servicios, yo mismo los investigué por mi cuenta... Pero, siento que hice mal. No debí de mostrarme así ante ellas, sobre todo porque ahora me doy cuenta de mis errores, de todo lo que hice mal.

Lloré cerca de la fuente no quería ser observado, pues se me hacía muy duro el hablar de mi con alguien pues honestamente, todo cuanto hice fue malo, solo propicié dolor y desperté un mal que ahora amenaza a los inocentes, y aún no sé cómo es que estoy vivo, otro se merece este lugar más que yo.

Pensé con tranquilidad, viendo el agua cristalina de la fuente, era hermoso poder pensar por fin, supongo que, si tenía que irme lo mejor era pasar tiempo con ellos, pero difícil sería despedirme, sobre todo de Wendy.

Me encontré con ella, y con el resto en la biblioteca, allí estaba la belle dame tocando el piano y Tarik y a Alicia bailando al son de una animada melodía que caló en mi corazón, allí también estaba Wendy, lista para entrar en la siguiente melodía, parece que mi aparición fue grata y muy oportuna.

—Pero mira, has llegado como un mago, siempre viniendo en el momento indicado. —Comentó Tarik riéndose al ver como llegué justo cuando Wendy se preparaba para bailar.

—Ven Isildalf, un baile no estaría mal, anímate un poco. —Acepté con confianza y energía, tomé la mano de Wendy con gentileza.

En aquella animada giga tan divinamente instrumentada por el piano de la belle dame y por un violín que empezaría a toca Tarik empezaría a dar unos lentos pasos con Wendy antes de empezar con el baile en verdad.

Pequeños saltos animados marcarían dicha danza tan amigable y suave, en una sincronicidad tan perfecta, siguiendo la dulce melodía del piano y el violín que confabulaban para hacer del ritmo juguetón, pero con clase.

Mientras el baile seguía no pude más que sentir una sensación de júbilo que creía que había muerto, era tan sincera, tan real, y me había recordado algo de tiempos más simples de mi infancia, casi hasta sentí esa sensación cálida en mi corazón de nuevo, sintiendo ese latir tan especial que creí había muerto.

Era su alegría y bondad lo que me hizo sentir tan apegado a este momento que deseé con todas mis fuerzas no acabara nunca, pues ella me recordaba aquellas pocas cosas que me hicieron feliz de niño, como el estar con mis madres en sus pocos días libres, eran tan hermoso volverse a sentir joven de nuevo, sobre todo en mi corazón, pues, aunque ya nunca envejezca y me vea siempre joven, cierto es que mi adultez fue errada y muy caótica.

Pero cuando terminó solo bastó un simple giro para cerrar este baile tan curioso, pues con una pisada hacia atrás con la punta derecha del zapato terminé el baile, reímos un rato por lo sucedido, tal vez por lo emotivo.

Bailamos un poco más, y las melodías fueron muy alegres y divertidas, aquellos granujas son muy buenos con la música y vaya que se lo tenían bien escondido.

La historia del orco comercianteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora