Desventuras antes del nuevo amanecer.

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"Cuida cada paso que das, podría ser el último. Teme a lo que está a la caza, esta noche solo algunos vivirán. Estate atento, llegan cuando menos te lo esperas. Sé consciente de cada paso que das".

—Profeta Joel Grind.

"Fabiano"

Fue en las alcantarillas, aún seguía mi cometida de eliminar a las colmenas, mi equipo se había separado de mí, Rosa estaba con los hombres restantes, estos cazarrecompenzas Hessianos parecen buenas personas, sus uniformes de abrigo negro con ribetes rojos los ayudó a pasar desapercibidos en la oscuridad de estas alcantarillas, ellos con sus mascaras no la pasaban tan mal como yo que tenía que soportar el mal olor de este pestilente lugar. El joven Uriel era alguien carismático para un momento como este, de hecho, al contrario de sus compañeros él no iba cubriéndose con esas máscaras de tela. ¿Es que él era el que estaba a cargo de estos hombres?

—Dime Uriel. ¿Has escuchado de un tal Mastema? —Pregunté con curiosidad por ciertos eventos recientes del cómo se sanó la herida con rapidez y como desperté de un sueño muy vivido y profundo.

—Solo de los libros de angelología padre, y aparte la infusión que usted se bebió le hizo hablar cosas de ángeles, entre ellos ese ángel. —Contestó Uriel sin inmutarse.

—Interesante. ¿Qué religión profesas jovencito? —Lo sé es raro que alguien le pregunte algo así a una persona que acabo de conocer, pero piénsalo, soy un eclesiástico mi deber es conocer su religión y determinar si puedo confiar en él o no.

—¿Cómo sé que no voy a arder en la hoguera si respondo? —Soltó una risita al terminar de hablar.

—Tienes mi palabra de que no se te llevará a juicio, después de esto creo que hombres como ustedes serían de mucha ayuda.

—Bien, ya que tanto quiere saber, soy católico apostólico romano, solo llamo mi país por su nombre en compañía de mis amigos y no, no diré sus nombres.

—Tranquilo te di mi palabra, por cierto. ¿No temes a los demonios después de ver cómo han devorado a parte de tu pelotón?

—No, temo más al juicio de mi Señor que lo que me puedan hacer unos seres como estos, al fin de cuentas, cuando un hombre tiene fe. ¿Si Dios está conmigo quien en contra?

Asentí con la cabeza, en este momento solo me limitaba a hacer la labor que se me fue impuesta, debo admitir que caminamos directos al sur, el único rastro que nos guiaba a Rosa eran las plumas de las alas de Mastema que, para variar, eran afiladas y oscuras, Uriel agarró una y la comenzó a inspeccionar con sumo interés.

Por mi parte yo quería seguir adelante, no entiendo a los Hessianos y su curiosidad por las cosas que ven en el suelo, solo faltaba que se metiera esa cosa a la boca para saber si en serio era de un ángel.

Pues no, no lo hizo, pero vaya que cuando se quitó el tricornio para cambiar la pluma roja que tenía por la pluma de Mastema, por cierto, su cabello para estar corto estaba bastante alborotado. ¿Cómo rayos eran posible eso? 

Mejor volvamos a lo que nos concierne, seguimos el rastro de plumas y poco más, no hablábamos mucho pese a que el chico fuese amable y yo un tipo medio paranoico con él pese a no haber hecho literalmente nada.

Hazte una idea mental eres un monje enclaustrado que solo lo llaman por y para preparar las ejecuciones de los herejes únicamente he visto a lo peor de la población entre comillas y cada que es posible en nuestra orden de los Hermanos del perdón un derivado de los hijos del silencio se nos decía que cualquiera puede ser un hereje y todo hereje es traidor y por ello un ser de oscuridad, es por eso la desconfianza.

La historia del orco comercianteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora