Veintiocho

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Lena está sentada en uno de los sillones de la biblioteca en casa. Está ahí por las mismas razones de siempre: Sam y su hermano. Éste último rastreó el hackeo a su seguridad por parte de su hermana menor y la sacó del sistema, Lena por supuesto ya lo esperaba, por lo tanto tenía planeadas otras formas de esquivar su seguridad para seguir espiándolo, también sabía que su hermano era consciente de eso. Ambos eran igual de obstinados y orgullosos, algo de ser Luthor, quizás.

Sam se remueve con incomodidad en su propio sillón, un libro abierto descansa en su vientre, hace veinte minutos lo abandonó y no está dispuesta a retomarlo. La mansión Luthor es el lugar más aburrido de la Tierra, por lo menos en la granja siempre hay algo para hacer. Suelta un quejido exagerado para obtener la atención de su amiga, quien apenas levanta la vista de su libro.

—Lena, ¿puedo hacer algo aquí que no sea leer o hacer cosas científicas? Porque en cualquier momento voy a ponerme a botar un balón en el vestíbulo y eso no va a salir bien para tus millones de jarrones de cerámica china.

—Sam no tienes un balón —rebate Lena.

—Imagina qué clase de casa no tiene un balón.

—Ve a ver televisión.

—Vi i vir tilivisin.

—Tienes tres años.

Sam va a imitarla de nuevo pero Kara entra a la habitación sosteniendo una taza de té. La castaña hace cara de asco. Lena le sonríe.

—¿Qué hacen? —pregunta sentándose en el lugar de Lena, pero el mueble no es lo suficientemente grande, por lo cual acaba sobre ella a medias. Sam hace otra cara de asco.

—Morir de aburrimiento.

—Leer.

—Podría ser lo mismo —alega Sam y Kara ríe, mientras estira el cuello para ver el libro de Lena: ficción histórica. Su novia es una chica de hábitos.

—¿Cuánto falta para descubrir si nuestro medio alien ya completó su transformación? —inquiere la rubia, observando a Lena dejar su libro a un lado para poder rodear su cintura con un brazo. El único objetivo de estar en la mansión Luthor es continuar con las pruebas de Sam, después de todo su transformación sigue siendo un evento en curso, al menos esa es la hipótesis. Sus análisis de sangre se evalúan en el laboratorio secreto, por lo tanto ellas sólo pueden esperar. Kara en verdad agradece la falta de piel impenetrable de Sam, les ha facilitado bastante la vida.

—Una media hora —dice. —Pero tomando en cuenta su falta de invulnerabilidad podemos deducir que aún nos quedan semanas para llegar a la fase final —explica.

—Aunque quizá Sam no está hecha para tener todas las características de un kriptoniano común, ya sabes, fueron años de experimentos para llegar a ella, aún podría haber otras complicaciones —comenta Kara, pues es algo factible.

—¿Estás diciéndome debilucha? —bromea Sam y Kara le sonríe.

—No, sólo defectuosa.

—Bueno, no te quejes conmigo, yo nací de una fogata.

—¡El Fuego de Rao no es una fogata! —alega la rubia con el ceño fruncido y tanto Sam como Lena se ríen.

—¿Puedo ir a asaltar tu nevera o tu madre me echará y deberé dormir en el patio? —cuestiona Sam. —No me mires así, mi hambre ha incrementado potencialmente, soy un alien en desarrollo, déjame en paz.

—No te comas las cosas directas del refrigerador, por favor, puedes pedirle a alguno de los chefs un bocadillo y listo —responde Lena.

—Eres absurdamente millonaria, también podría hacerme un sándwich con mis propias manos —devuelve Sam, alejándose por el pasillo. Kara aparta la mirada de la salida para enfocarla en su novia.

People can be goodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora