Doce

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Son las siete de la mañana cuando Lena decide abrir los ojos, la luz del día nublado se cuela por sus cortinas, la mansión está en total silencio a pesar de que todos ya deben estar despiertos pero el lugar es tan absurdamente grande como para permitirles distribuirse y sólo encontrarse con alguien más si de verdad quieren hacerlo. Usualmente no quieren.

La Navidad ya pasó, recibió un correo demasiado cursi de Kara, el cual leyó hasta el final con las mejillas peligrosamente rojas pues mencionaba con, tal vez, demasiada frecuencia cuánto la quería. Sam la llamó sobre todo para quejarse por no recibir su regalo como Kara, pero le deseó una feliz Navidad. Al despedirse escuchó en el fondo cómo su amiga rubia gritaba: ¡Lena, te quiero mucho! Y volvió a sonrojarse.

Se levanta con pesar, pensando en su itinerario del día, si no se cambia rápido llegará tarde al desayuno familiar y es el último con Lex en casa (¡yey!), pues su hermano debe volver a Metrópolis a resolver cuestiones de sus muchos doctorados, así como asistir a una fiesta importante de fin de año, la cual le dará renombre al apellido Luthor y con suerte un nuevo trato a Luthor Corp. Lo único que Lena le agradece a su hermano es ser el mayor, pues así puede encargarse de la empresa y tal vez eso le permita a Lena dedicarse a algo más agradable, menos negocios, tratos o personas de traje. Acaba de peinarse cuando llaman a su puerta.

—Señorita Luthor, el desayuno está por servirse —escucha y se dirige al comedor, donde la espera el resto de su familia.

—Buenos días —dice al entrar.

—Buen día, Lena —saluda su madre.

—Hola, hermanita, ¿qué tal una partida de ajedrez antes de mi vuelo? No me verás en un tiempo y la familia es importante, ¿no, madre? —inquiere Lex con una de sus sonrisas arrogantes.

—Claro, Lex —responde ella.

—Como quieras —dice Lena.

—Fantástico, así podré darte tu regalo de Navidad atrasado —comenta él.

—Ya me diste un regalo —alega la pelinegra dándole un sorbo a su té.

—¿Un tablero de ajedrez? No es nada —responde. —Espera y verás, Lena —dice.

Cómo le gustaría a Lena escaparse de ese encuentro, pero es consciente de cuánto molestaría eso a su madre y prefiere pasar el resto de sus vacaciones en paz, finalmente. Llega a la biblioteca, donde Lex ya la espera y finge sorpresa cuando la ve entrar.

—¡Vaya! Viniste —dice.

—Pues claro, ¿cómo me saltaría tan importante cita? —alega ella.

—Era muy sencillo, porque me detestas —comenta él, moviendo su peón blanco.

—No te detesto, pero me resultas insoportable la mayor parte del tiempo —responde Lena, también moviendo su peón. —Oh, ni siquiera parezcas indignado, lo sabes y te esmeras en serlo —dice.

—Yo no quiero amargarte la vida, Lena, soy tu hermano mayor, sólo quiero enseñarte cómo es la vida —responde.

—La vida, Lex, qué es nuestra vida, ¿esto? —alega ella gesticulando a su alrededor. —Nunca hemos tenido un ejemplo muy común de cómo es la vida.

—Somos afortunados, Lena, tenemos casi todo, nuestro trabajo es tener más —dice. —La ambición es una cualidad importante, hermanita, mientras antes lo aprendas, mejor —añade.

—¿Y cuál es tu plan, Lex? Seguramente ya estás trabajando en él, ¿por qué me necesitarías? —inquiere ella.

—¿Sabes? Conocí a Superman el otro día —comenta él, ignorándola. —Es fascinante, ¿no lo crees? Tan superior, imagínate tener ese poder en tus manos —dice.

People can be goodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora