Veinte

1.5K 161 44
                                    

El último mes ha estado lleno de pesadillas, fiebres muy altas y arranques intermitentes de poder. No ha sido fácil, porque dos de las tres chicas que componen ese grupo de amigas se desesperan con facilidad. Como referencia una es irlandesa y otra es castaña. Kara ha dormido la mayoría de las noches en la cama de Sam, abrazándola por la cintura para poder despertar con ella cuando tiene un mal sueño. No suelen dejarla sola, pues sus poderes son impredecibles y es difícil para Sam saber cuándo está siendo superfuerte, por lo tanto tampoco puede controlarlo. Tener a la rubia consigo es una medida de seguridad necesaria.

Lena en cambio ha pasado los fines de semana en su mansión, no recuerda la última vez que visitó su hogar con esa frecuencia. Tal vez nunca, pero esta ocasión las circunstancias son especiales; como analizar el avance de la transformación de Sam, así como las posibles soluciones (hasta el momento ninguna). Por otro lado, hackear el sistema de seguridad de su hermano mayor y averiguar de una buena vez sus intenciones con Superman, quien de alguna forma está relacionado con Kara.

Kara se afloja la corbata mientras camina hacia su dormitorio, el saco le cuelga del brazo y la correa del maletín le cruza el pecho. Los jardines de la escuela por fin reciben algo de sol pues ya casi es primavera y ella se siente tan feliz como ese arbusto de flores, el cual se levanta, energético y alegre. Se recuerda a sí misma caminar con la cabeza agachada porque así no cruza miradas con nadie más.

—¡Kara! —llaman y ella se gira enseguida porque reconocería esa voz en cualquier lugar.

—Hola, Lena —saluda, cuando están lo suficientemente cerca. —Creí que ya te habrías ido —comenta, pues Lena suele irse los viernes por la tarde a casa y volver los domingos por la tarde, aprovechando al máximo el tiempo.

—No iré a casa esta vez, mi madre tiene planeado un evento de algún tipo y me querrá tener ahí todo el tiempo, si no puedo trabajar prefiero quedarme aquí contigo... con ustedes —explica.

—¡Eso es genial! Sam nunca quiere ver las películas que yo propongo —dice, sonriéndole. —Si estás tú seremos dos contra una —añade.

—Es verdad —admite Lena. —Aunque...—Kara le presta atención, apartando la mirada de sus pies, —podríamos hacer algo diferente —propone.

—¿Algo cómo? —pregunta, observando el pecho de Lena inflarse y desinflarse en un suspiro profundo. Está nerviosa, se nota. El ritmo acelerado de su corazón le deja saberlo, quizás Kara debería dejar de escuchar sus latidos, parece intrusivo. Hace una nota mental mientras la pelinegra se arma de valentía.

—Algo como salir tú y yo —dice al fin, enfrentando sus miradas. Lena se repite cuánto le gustan sus ojos azules.

—Ah —responde, desconectando sus ojos. —¿Con Sam? —inquiere y Lena siente que podría morirse. Le sujeta la mano para detener su andar.

—Kara —pide, estirando la A. —Sin Sam —explica, levantando las cejas.

Oh —exclama con su usual elocuencia. Lena observa el sonrojo escalarle las mejillas, se pregunta qué pasa por su mente, tal vez está colapsando. ¿De esa forma se desmantela una Kara? Porque fue sorprendentemente sencillo. La pelinegra se sorprende a sí misma asustándose cuando Kara vuelve a levantar la vista con determinación cruzándole los ojos. —Sí —dice. —Bien —añade.

—¿Sí? —corrobora. ¿Qué esperaba? ¿Un no?

—Sí —responde.

—Genial —dice, aún sin creérselo.

—Genial —repite Kara. Luego retoman el camino. Sólo cinco centímetros separan sus manos, pero a ellas les parecen kilómetros. Lena se aclara la garganta varias veces como si quisiera decir algo pero al final no se animase. Kara quiere echarse a reír de los nervios. Son una pareja desastrosa. Llegan a la habitación después de recorrer el trayecto más largo e incómodo jamás recorrido. Kara abre la puerta y Lena permanece dos pasos por detrás.

People can be goodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora