Veintidós

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El chófer abre la puerta del auto y Lena entra, encontrándose una de las peores sorpresas que alguien podría recibir: la presencia de Lex Luthor. Él le sonríe como si no se hubiesen visto en años, Lena le hace una mueca, disgustada por su visita, la cual definitivamente no puede significar algo bueno.

—¿Qué haces aquí, Lex? —pregunta, endureciendo la expresión.

—Visitarte, por supuesto, hermanita —dice.

—Claro, ¿podemos ir directos a la verdadera razón y esquivar las formalidades? —inquiere.

—¿No quieres saber cómo estuvo mi vuelo? —devuelve él con sorna.

—El avión privado es muy cómodo, ya lo sabemos —responde Lena. —Ahora de verdad, ¿qué haces aquí? —repite.

—¿Has pensado en mi propuesta? —pregunta, ignorándola —Sé que te di hasta el verano, pero me sería de utilidad si ya te hubieses decidido por colaborar con tu genial hermano mayor —dice.

—No lo voy a hacer —responde Lena con valentía, Lex voltea la cabeza tan rápido que perfectamente pudo haberse torcido el cuello.

—¿Disculpa? —dice, estupefacto, sin creer en su rechazo. —Lena te ofrezco la felicidad en charola de plata.

—Me ofreces ser tu ayudante —alega ella.

—¿No acabo de decir eso? —rebate él. —Seríamos colaboradores, lo sabes bien —añade. —¡No puedes rechazarme! —declara.

—Sí puedo, acabo de hacerlo, ¿cómo planeabas que aceptara cuando ni siquiera sé cuál es el objetivo de la investigación? Estás pidiéndome firmar un papel en blanco, Lex —dice. —No soy idiota, no puedes ofrecerme un deseo y fingir no tomar nada a cambio, ese no eres tú por definición.

—¿Necesitabas saber algo más? Te di lo que querías —responde. —Debería bastar.

—Tienes un pésimo concepto de mí, no soy una niña a quien le das un dulce para engatusarla y luego la convences de echarse la culpa por haber roto el jarrón de cerámica china de la estancia.

—¡Eso sólo pasó una vez! —exclama. —Lena, piénsalo bien, analiza el futuro, ¿lo has hecho? De cualquier forma acabarás siendo una ayudante en Luthor Corp, ¿no es una mejor alternativa la mía? —insiste.

—Para estar a cargo de la compañía no sabes negociar —responde.

—¡Lena! Estás desperdiciando tu potencial, seríamos capaces de mucho si trabajásemos como un equipo, todos tus proyectos echarían a andar en cuanto completásemos la investigación sobre Superman —alega. A Lena le dan ganas de poner su mente bajo llave, nunca permitirle a Lex entrar y saber lo que ella sabe, nunca dejarlo descubrir a Kara, a ella la guarda en un espacio seguro de sí misma, lejos de su hermano, de su familia. Kara es su rincón de paz y si por algún motivo él supiera de su existencia, del significado mismo de ella, lo arruinaría todo. Él es malvado y Kara, ella es la bondad misma. Lena debe mantenerla lejos de su conocimiento.

—La respuesta no va a cambiar, Lex, no lo voy a hacer, no voy a alentar tus planes —dice.

—Lena, no lo entiendes, no entiendes la magnitud de mi mente —¿no se cansará de escucharse a sí mismo?

—Ni siquiera sé si alguien debería intentar entenderte, yo no quiero hacerlo —responde. —Sólo dime esto, Lex y prometo reconsiderarlo, ¿para qué quieres la información? —inquiere. Lex, en cambio, sí es un niño al cual le das un dulce para engatusarlo y luego convencerlo de romper el jarrón de cerámica china de la estancia. Lena lo sabe bien.

—¿Recuerdas cuando te dije que era amigo de Superman? Pues mentí, fuimos amigos o algo así —a Lena le dan ganas de reírse, ella es algo así de Kara, en un contexto completamente distinto. —Y luego todo cambió cuando hablamos de lo verdaderamente importante, de lo que él podría hacer si quisiera, es un idiota con superpoderes y se dedica a rescatar gatos de árboles —seguro es de familia se dice Lena. Lex bufa, exasperado. —Necesito vencerlo, Lena, necesito demostrarle cuánto se equivoca, necesito hacerle ver que se equivocó conmigo, debió escucharme —dice.

People can be goodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora