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Rosalie

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Rosalie

Caminaba a paso veloz esperando que mi hija no se hubiera ya caído o partido la cara por querer llegar rápido a la heladería.

Se que es mi hija y la amo pero a veces la quiero ahorcar.

Ya una vez en la escalera eléctrica intente tranquilizarme y recuperar el aliento, usaba zapatos altos, no podía correr con estas cosas.

Mi celular sonó haciéndome volver a la realidad por lo que sacudí mis pensamientos y lo saqué de mi bolso, era un número que no tenía registrado.

—¿Hola?—Contesté sin más.

—Hola señorita Hoster, soy Julia Down, soy la secretaria del departamento de dirección de Hoster Incorporation—Fruncí el ceño, no tenía idea a decir verdad—No sé si se acuerde de mi...

—No ¡Si! Si, si, claro que me acuerdo—Mentí—¿En qué puedo ayudarte?

—Lo que pasa es que hay una persona que ha intentado contactarla a usted a través de nosotros—Explicó a lo que yo asentí aún sabiendo que no me vería.

—Ajá—Contesté esperando que prosiguiera

—Y le hemos dicho que usted se encuentra ocupada y puede dejar su mensaje con nosotros, pero me temo que insiste hablar con usted—Asentí nuevamente.

—Solo di que el departamento de dirección está cerrada para situaciones externas a la compañía—Di una justificación falsa, total, si no tenían su nombre en alguna agenda probablemente no me interesaría.

—Si, de hecho; le hemos externado ese comentario, pero al parecer ha intentado contactar todos los departamentos en busca de usted—Fruncí el ceño.

—Eso suena demasiado extraño—Fue lo único que respondí.

—Así es, es por eso que me comunico con usted debido a la conducta irregular de esta persona.

—¿Y no es un cliente disgustado o algo por el estilo?—Pregunté confundida.

—Me temo que no, pues cuando me sugerimos ir a servicio al cliente, la persona asegura ser un agente—Bajé de las escaleras una vez que estuve arriba.

—¿Y por qué yo necesitaría un agente? Suena algo muy ilógico—Negué pensando en lo ridículo que era—¿Por qué querría comunicarse conmigo.

—Desconozco la razón señorita Hoster, es por esto que intentamos advertirle en caso de que esta persona tome otros medios para acercarse a usted—Asentí entendiendo.

—Ya veo—Fue lo único que pude decir.

—Podríamos conseguirle algún equipo de seguridad y guardias para su hogar, vehículo, y a donde usted se dirija. De igual forma ya le pedí a mi compañera en este instante que me anote el nombre de la persona.

—No creo que sea necesario más seguridad, escucha, todo esta bien Julia, seguramente es alguna persona con nuevas iniciativas que quiere formar parte de nuestra corporación—Hablé intentando hallarle una razón lógica a la situación.

—¿Está segura señorita Hoster? La persona parecía demasiado impaciente por encontrarla, es lo que me causa preocupación, el bienestar de usted y su familia—Escuché del otro lado.

—Tranquila Julia, todo está bien, mi hija está bien, mis amigos están bien, no nos pasará nada. Además, sólo un hombre idiota querría hacerme daño sabiendo todo lo que está detrás de mi—Contesté despreocupada, era verdad, si me hacen daño estarían en prisión ese mismo día, gracias a Dios cuento con eso.

—Mujer—Fruncí el ceño.

—¿Perdón?—Pregunté haciendo una mueca.

—Una disculpa señorita Hoster, creo que olvidé comentarle, el agente viene a nombre de una mujer, sólo sigue ordenes pero quien busca contactarla es una mujer—Asentí no muy segura nuevamente.

—Bueno, una mujer menos me hará daño linda, tu tranquila—Sonreí despreocupada ahora, hasta que lo recordé—Espera—Exclamé.

—¿Si?—Contestó ella.

—Dijiste que te darían su nombre ¿Cierto?

—Así es, justo lo acabo de recibir—Respondió del otro lado.

—¿Y cuál es su nombre?—Pregunté nerviosa y con mi respiración ahora entre cortada del miedo.

—Déjeme ver... mmm...—Escuché como movía un par de papeles—Aquí está, es... Nicola "Nikki" Holland.

Abrí de más mis ojos deteniéndome en mi lugar pues sentí que mis pies se plantaron literalmente en el suelo. Dios... no otra vez.

Odiaba esta sensación de mi pecho apunto de explotar, ¿Dónde está mi hija? Necesitaba estar con ella, necesitaba protegerla a toda costa.

—¿Señorita Hoster? ¿Se encuentra ahí?—Escuché nuevamente, había olvidado que aún sostenía mi celular en mi oreja, de pura suerte no lo dejé caer.

—T-todo bien Julia... tranquila, pronto te llamaré p-para hacerte saber como procederemos con esta... mujer—Dije finalmente antes de colgar, pude escuchar como ella seguía hablando pero no procese bien las cosas.

Caminé a paso veloz a la heladería nuevamente con el miedo de perderla, con el miedo de no volverla a ver, porque si no era hoy, podía pasar un día de estos.

Lo único que mi mente podía pensar era en que Nikki quería formar parte ahora, y me gritaría junto a su hijo como pude sacarlos de la vida de su hija y su nieta.

Bien, era mi fin, pero al menos debía encontrar a mi hija.

Al fin a unos metros de la heladería, ahí estaba ella junto a un hombro que estaba a mis espaldas, por un segundo se me atravesó la idea de que podía ser un secuestrador, pero al parecer parecía mas un hombre de unos 20 años rodeado de muchas personas y guardias también, por lo que descarté la idea.

Solo un idiota intentaría secuestrar a alguien aquí a decir verdad.

—Oye, me resultas algo familiar—Apenas logré escuchar cuando me acercaba—¿De casualidad algún familiar tuyo es...

—¡Holly!—Exclamé de nuevo llegando al lugar cargando a mi hija—¿Cuántas veces te he dicho que no te escapes así?—Dije volviendo a peinar su cabello con mis dedos, pues de la corrida, se había despeinado.

—Perdón—Dijo ella algo triste a lo que solo me limité a besar su mejilla y abrazarla un poco.

Mi niña, no quiero que te separen de mi.

—Lo siento señ...—Miré al hombre pero al instante me quedé sin habla.

Este momento, este momento que había evitado por años, este momento que me causaba escalofríos, este momento que me daba pesadillas por las noches.

Era aquí, estaba sucediendo justo ahora, su rostro igual de atónito que el mío, mirándome directamente a los ojos sin la capacidad de pronunciar alguna palabra, ambos sorprendidos de volver a vernos los rostros. Con lo que podría asegurar que los corazones de ambos latían al mil por segundo.

—Rosalie.

—Tom.

PAPÁ POR ACCIDENTE | Tom HollandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora