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—Por favor, por favor, por favor—Exclamó Holly con pequeños saltos.

—Linda, todavía ni es medio día, Molly ha de estar dormida—Le dije con sensibilidad tratando de calmarla.

—Mmm—Ella se fue algo desconcertada a la mesa mientras continuaba cocinando—¿Dónde está papi?

—En casa con Ani—Respondí rápidamente.

—No, Tommy.

—Ah...—Aún no me acostumbraba a eso—Creo que está en el ático buscando juegos.

—Quisiera quedarme aquí siempre—Miré a mi hija con la felicidad de su rostro, no se si se refería a la locación o a...

—¡Lo encontré!—Habló Tom bajando las escaleras con una pequeña caja—Yo jugaba esto cuando tenía tu edad Holly.

—A ver—Holly palmeó la mesa emocionada por ver de que se trataba.

Serví el almuerzo en lo que ellos repartían el juego de mesa, no fue hasta que se los di pude ver cual era.

—¿Monopoly?—Pregunté irónicamente—¿Monopoly es lo que jugabas a la edad de Holly? Ella no entenderá eso.

—Le explicamos—Rió Tom—Pude jugarlo con Harry y Sam, y ellos tenían 4.

Fruncí el ceño sin saber como eso podría ser posible, sólo me digne a sentarme y comer mi almuerzo en lo que Tom le explicaba.

—Mira, con la práctica le vas entendiendo cielo, mejor empecemos.

20 minutos después Holly ya se había desinteresado mientras Tom y yo negociábamos una propiedad.

—Como quiera si caes en mi propiedad no vas a poder pagarlo—Reté mirándolo desafiante.

—¿Quién dijo que no?—Miró hacia su dinero donde solo había 1 dólar—Cielos.

—Ya declárate en bancarrota—Sugerí victoriosa, a este punto Holly sólo estaba jugando con las casitas y hoteles de plástico.

—Que astuta eres Hoster—Habló él negando con su cabeza mientras miraba el tablero—Bien, tu ganas—Lo escuché decir a lo que solté un pequeño grito de victoria.

—¿Y qué gane?—Pregunté curiosa.

—¿Qué quieres?—El se recargó sobre la mesa acercándose más a mi—Eres millonaria, lo has de tener todo.

—No todo—Me encogí de hombros.

Tom abrió la boca un segundo pero antes de poder decir algo su celular sonó, lo tomó de la mesa al ver que era una llamada y salió de la casa hasta el establo.

—Subiré a cambiarme—Avisó Holly subiendo las escaleras.

—Pero ya estás cambiada—Fruncí el ceño—Además, no sabes cambiarte sola.

—Lo averiguaré mami—Dijo finalmente ella cuando escuché sus pasos alejarse.

Minutos después entró Tom nuevamente con una sonrisa divertida en su rostro.

—¿Qué pasó?—Pregunté mientras recogía el juego de mesa.

—Sally pregunta que a que hora llegará Holly—Fruncí el ceño sin saber de qué hablaba.

—¿Cómo?

—Al parecer alguien prometió ayer que iría hoy a jugar y ya tenía el permiso de su mamá—Mi boca se abrió en una O—Y obviamente Molly está toda emocionada esperándola.

—Con razón Holly se fue a cambiar—Asentí comprendiendo—No tenía planeado llevarla hoy.

—Ni yo, tenía el día planeado con ustedes—Ambos hicimos una mueca a lo que yo reí.

—¿Cómo es que nos gana? Somos los adultos aquí—Nos señalé a ambos a lo que el rió.

—Somos padres primerizos, yo creo que lo estamos haciendo bien—Dijo él acercándose a mi.

—De todas formas platicaré con ella acerca de las promesas, si no le irá prometiendo a todos algo—Negué mirándola bajar las escaleras con una sonrisa inocente.

—¿Con quien hablabas papi?—Alcé una ceja hacia Holly.

—Creo que ya sabes a quien—Reí mirándola—Y tenemos que hablar acerca de algo Holly.

Apenas abrí la boca para darle el sermón, pero tuve una idea mejor.

—De hecho Tom, ¿Puedes ayudarme con esto?—Miré a Tom quien solo se señalo así mismo a lo que asentí, el sonrió y se acercó a ella.

—Linda, las promesas son...

(...)

—Volvemos como a las 8 Sally—Avisó Tom volviendo a subir a la auto.

—Muchas gracias Sally—Hablé desde el vehículo a lo que ella alzó la mano despedida antes de llevar a Holly adentro.

—¿Te sientes bien?—Me preguntó Tom una vez que estuvo adentro del auto.

—Si, sólo son unas horas y tu familia es muy buena con ella—Respondió Rose mirando a su hija alejarse—¿Ahora a dónde?

—Conozco un lugar.

(...)

La típica plaza de la ciudad, sólo que esta era bellísima, iluminada gracias a todos los foquitos que estaban a lo largo del lugar había una fuente en medio y plantas por doquier, los locales a su alrededor vendiendo desde ropa hasta helado. Las familias caminando y los niños alimentando a los pájaros. Incluso había una banda tocando.

—Que lindo—Dije mirando el lugar—Desde Londres no veía un lugar así.

—Por eso mi familia decidió quedarse aquí—Respondió Tom—No les gustan las grandes ciudades de Estados Unidos, pero si algo que les recuerde a donde crecieron.

—Es un gusto que esto no esté tan lejos de casa—Opiné comenzando a caminar.

Caminamos a lo largo del lugar mientras Tom me platicaba un poco de su familia y yo sobre lo que he vivido con Holly, a pesar de siempre mostrarme dura o fuerte frente a el, esta vez ya no me importaba.

—Me alegra que esté con Molly, que no le resulte difícil hacer amigas—Opiné.

—Se nota extrovertida—Opinó Tom comiendo su helado.

—Muy extrovertida—Aclaré yo—Se mete a platicar en medio de reuniones cuando estoy trabajando—Reí sacando una cucharada más de mi helado.

—No lo dudo, es igual a ti—Fruncí el ceño.

—¿Yo soy extrovertida?—Tom asintió—Tal vez, pero tu lo eres más.

—Ojalá sea mi tipo de extrovertido, porque espero no sea gruñona diciendo que no quiere hacer amigos, como alguien que conozco—Alcé las cejas mirandolo sorprendida.

—¿Me estás diciendo engreída?—Pregunté divertida.

—Pues cuando yo te quise conocer siempre me rechazabas o ignorabas—Tom se encogió de hombros riendo.

—Tu eras demasiado insistente y nunca respetaste mi espacio personal ¿Quién quiere un amigo así?—Negué de sólo recordarlo.

—Pues terminé siendo tu amigo—Contraatacó él.

—No tuve opción—Ambos reímos—Igual fue bueno que alguien cargara mis libros toda la universidad.

—Fue un placer—Tom me sonrió.

Al ver su sonrisa sentí como un cosquilleo dentro de mi, el mismo cosquilleo que sentía cuando era mi novio, sacudí mi cabeza ignorando esa sensación.

Entre risas y más plática acabamos nuestros helados, se sentía como si el tiempo nunca hubiera avanzado, hablando de cualquier tema e incluso de las personas que pasaban caminando.

—¿Y ahora qué?—Pregunté cuando ambos tirábamos los envases en el bote de basura.

—Pues aún no son las 8...—Dijo Tom mirando su reloj.

Caminamos un poco más cuando unas luces nos apantallaron, al ver de que se trataba me sentí como una niña de nuevo, emocionada. Tom la señaló segundos después.

—¿Te gustaría ir a la feria?

PAPÁ POR ACCIDENTE | Tom HollandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora