Capítulo XXV

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Parte II

Ha pasado media hora desde que Naím se alejó de nosotros.

Estoy sentada junto a Jared, quien me ha invitado unas cien veces a bailar, y he rechazado otras cien veces.

Emir, por otra parte, solo está tomando de su cerveza, con su rostro neutro, sin expresión alguna, no sabría descifrar si está triste, enojado, o amargado.

—¿Siempre es así?—le hablo a Jared, refiriéndome a Emir.

—No siempre, está así por causa de una chica, una hermosa rubia.—responde este, me imagino que se refiere a Laura, porque su ex era pelinegra, si no me equivoco—La dejó escapar por imbécil, y ahora no tiene el valor de ir a buscarla y pedirle otra oportunidad.

Emir lo mira atento y puedo ver como el brillo de sus ojos cambia, posiblemente sea porque las palabras de su primo tuvieron un fuerte impacto o un tanto de verdad en él, aunque le cueste aceptarlo.

—¿Por qué no la buscas?—lo miro con la expresión seria—Te aseguro que esa chica la ha de estar pasando muy mal, tú también, pero las mujeres somos un tanto sencibles y orgullosas.

—Ha pasado tiempo.—habla este, por fin, sus palabras son pausadas—Es muy probable que ya no quiera nada conmigo; la perdí, y ya no hay vuelta atrás.

Su tono es triste, en este momento me estoy odiando por haber pensado tan mal de este chico, por lo que puedo ver es alguien de bonitos sentimientos, y el arrepentimiento es obvio. Este chico en verdad quería a Laura, pero fue muy cobarde y la dejó escapar.

—Te daré un consejo como mujer que soy; si en verdad sabes lo que realmente quieres, si eso quieres es a ella, búscala y dile todo lo que tengas que decir. A las mujeres nos gusta que los hombres sean firmes en cuanto a lo que quieren o no, pero odiamos la indecisión.—Emir me mira, para luego mirar a su primo y darse un trago de su cerveza.

—Ya sé porqué Naím no se te despega, tienes carácter, nena.—habla Jared, en ese momento noto que ya ha pasado bastante tiempo y Naím no ha regresado, lo busco con la mirada, hasta que doy con su hermoso cabello desordenado, en la parte baja de las escaleras, muy sonriente con dos chicas demasiado delgadas, y ni quiero hablar de sus atuendos. Me termino de un solo trago mi cerveza, y me dirijo hacia donde están.

No sé porqué, ni para qué, pero bueno, ya estoy aquí.

—¿Para eso me trajiste?—hablo con un tono amenazador—¿Para que viera como coqueteas con dos huesudas, ah?

Lo último fue inevitable, están muy delgadas y además están demasiado cerca de Naím, y el simple hecho de que así fuera, me molestaba de alguna manera u otra.

—¿A quiénes les dijiste huesudas?—se me acerca una de las chicas, me siento diminuta frente a esta, en verdad es alta.

—No he hablado contigo, sino con Naím.—ignoro por completo su pregunta tan retórica.

—Eloy, ven conmigo.—dice Naím, tomándome del brazo para guiarme a la cocina—Cálmate, por favor, esas "huesudas" como tú misma les llamaste, no me interesan, mucho menos les estaba coqueteando; no veas cosas donde no las hay.

Su expresión es seria, veo honestidad en sus ojos que me miran fijamente, me siento patética, no tengo porqué enojarme si coquetea con alguien o no, es su vida; yo no tengo derecho a reclamarle nada, a fin de cuentas él es libre de hacer lo que se le pegue la gana.

—No tienes que darme explicaciones.—hablo firme—Es tu vida, no la mía.

—Solo quiero que sepas que no me interesa nadie, en lo absoluto—hace una pausa mientras se acerca a mí, me mira con firmeza y continúa—Toda mi atención está puesta en un solo lugar, o más bien, en una sola persona.

"Maldito Fuck Boy."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora