Capítulo V

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Lunes por la mañana.

Me despierto entusiasmada para ir a la universidad, es el primer día, ¡hurra!. Estoy en mi segundo año y aún me emociona tanto como el primer día. La psicología es tan apasionante; me apasiona muchísimo más que un tonto romance que termine con mi estabilidad emocional, además si me interesara tener a alguien (que no me interesa, por cierto) no tendría tiempo para esas cosas raras que hacen las parejas; ya saben, pasar tiempo juntos y eso. Tengo una agenda muy cargada.

Así como lo oyen; tengo una joven vida bastante agetreada, y no me quejo, pero no sabría administrar mi tiempo para compartirlo con alguien más que no sean mis compañeros del club de lectura, o del club de mentes brillantes (por cierto, cuando entré a ese, ¿ah?) o del club de voluntariado de la biblioteca; este último trata sobre ir a la biblioteca, dos o tres veces a la semana, y ayudar con lo que se pueda y más, solo para ser un "miembro activo" y leer ilimitadamente, los libros que quieras, cuantas veces quieras. Lo sé, pertenezco a muchos clubes, pero soy feliz con ello, y pues ni modo.

***
Una vez lista, me dirijo a la universidad en autobús. "Tengo el presentimiento de que este será un gran año." —Pienso en voz alta y se me quedan viendo; ¡mierda!

Cuando el autobús se detiene en el campus me bajo, le envío un mensaje a Laura, informándole que ya estoy aquí. Me dirijo a la cafetería con mis libros en mano (es el primer día; ¿quién trae libros en el primer día?, por Dios) traje "demasiados" para las pocas asignaturas que tengo, ya que es el primer día y lo único que haremos será presentarnos y conocer gente nueva ( supongo) pero bueno, ya estoy aquí.

Bajo las escaleras bruscamente y al llegar al final de estas; mi cara choca contra con un torso poco definido.

—¡Au! —me quejo, y el muy imbécil se ríe.

—¿Te dolió, preciosa? — pregunta él.

—¡Fíjate idiota! —digo, muy "amablemente."

—Tú deberías andar con más cuidado, preciosa. —dice irónicamente.

—¿Quién te crees tú que eres para decirme qué hacer? —digo, cruzada de brazos.

—Puedo ser quien tú quieras, mujer arisca. —dice y se ríe.

—¿Me acabas de llamar arisca? —bufo, muy frustrada.

—¿No estoy en lo cierto? —ríe malicioso.

—Eres un imbécil. ¡Déjame pasar!

—¡Hasta pronto, nena! —sonríe de lado como si lo asegurase.

Lo veo alejarse y me pregunto: ¿Qué diablos fue eso?.

Es un arrogante, egocéntrico y muy, pero muy apuesto. Debo admitirlo, el imbécil aquel no está nada mal; pero no es y nunca será el tipo de chico con quien me relacionaría, definitivamente.

***
Veo a Laura sentada en la cafetería, junto a un chico rubio (supongo que debe ser su primo), me acerco a saludar, y esta me saluda dramáticamente como si hubiesen pasado siglos desde la última vez que nos vimos.

—¡Oh, Eloy!. Cuanto tiempo sin verte, querida amiga. — dice ella.

—¡Oh, bastante! —digo, con un gesto de ironía.

—Ah, cierto, este es mi primo Eddy. —Nos presenta al fin.

—Hola. ¿Eloy, cierto? —dice él, con una sonrisa deslumbrante.

—Sí, soy yo. Mucho gusto Eddy. —le extiendo mi mano y sonrío.

—El gusto es mío. — me devuelve la sonrisa.

Por Dios, que sonrisa tan hermosa!!! 

Después de mucho rato, Laura y yo nos dirigimos a nuestra aula; ya está repleta de gente (nueva y no tan nuevos), tomo asiento en la fila de alante y Laura se sienta junto a mí. Entra el profe y propone decir todos los nombres de la lista y que cada quien diga soy yo, y se ponga de pie.

Una vez dicho todos los nombres, llega mi turno:

—Montero, Eloy.

—Aquí. —digo y me pongo de pie un poco tímida, y no entiendo porqué, solo son un grupo de estudiantes que ni me conocen y que posiblemente estén pensando por qué me llamaría así. ¡Demasiada presión social!

—Velásquez, Naím.

—Aquí. —dice, con un ademán, el antes mencionado. —Y no puedo creer la gran suerte que tengo (noten mi sarcasmo, por favor), es el chico de la cafetería, el mismo que me llamó arisca, y que odié antes de conocerlo.

¿Por qué a mí?

"Maldito Fuck Boy."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora