Capítulo XXII

219 12 4
                                    


Ayer fue un día bastante difícil; me destroza el alma ver a Laura tan triste. Es una verdadera pena que una chica tan hermosa y con tanto carisma se sienta insegura consigo misma, por un idiota.

Pero no soy nadie para juzgarla; ella es quien está pasando por ello, y solo ella sabe cómo se siente.

Me arreglo para ir a la escuela, y tomo el autobús poco tiempo después.

Una vez en el campus universitario, visualizo a Eddy sentado en la cafetería; sonrío al ver al pelirubio muy concentrado con sus libros. Me acerco y saludo.

—¡Hey!—sonrío—¿Puedo sentarme?

—¡Eloy!—dice sorprendido al verme—Claro, siéntate.

—¿Qué haces?—pregunto, refiriéndome a sus libros tan raros.

—Estudio para un examen.—dice con la mirada fija en sus libros.

—Te ves muy concentrado; pareces niño bueno.—río—Aunque lo eres.

—No me digas.—me mira, y yo toco su cabello, por curiosidad; es suave y muy fino, tal como lo imaginé—Me despeinas, niña.

—Me gusta tu cabello.—sonrío, y él me mira de reojo.

Después de un buen rato observando al pelirrubio estudiar concentrado, me quedo viendo a la nada, y a lo lejos veo a alguien acercarse apresurado hacia nosotros.

—Ven conmigo, Eloy.—dice al acercarse, halándome del brazo.

—¡Suéltame!—me libero de su agarre.—¿Qué diablos te ocurre, Naím?

—Dije que vinieras conmigo. ¡Por un demonio!—alza la voz.

—¿Quién te crees idiota?—interviene Eddy, poniéndose de pie.

—A ti qué te importa, imbécil.—lo empuja con ambas manos por el pecho.

—¡Naím, detente!—hablo firme...cuando de pronto Eddy le da un puñetazo en la cara a Naím—¡Suficiente!

Grito tan fuerte que me quedo sin voz por un buen rato; sabía que Naím no se quedaría con ese golpe. Así que me resigné a esperar lo peor, mientras se acercaba la multitud con celulares en mano, grabando toda la escena.

Naím se limpió el pequeño chorro de sangre que salía de su labio roto por el golpe, y agarró ambos extremos del cuello de la camisa de Eddy, y le propinó un golpe con la cabeza; creo que le rompió la nariz o algo así.

Por Dios.

Trato de detenerlo, pero es imposible; ninguno cede, y yo me estoy volviendo loca.

—Naím, detente por favor.—él me mira, pero grité en vano, porque en ese momento, Eddy lo empuja, y Naím cae al suelo—¡Basta!

Corro hacia él, y lo ayudo a levantarse, me pongo en medio de los dos, y le doy una mirada de desaprobación a Eddy; éste toma sus cosas y se va muy enojado, lo veo alejarse.

—Se acabó el espectáculo, pueden irse.—hablo fuerte, y todos se van murmurando—¿Estás bien?

—Sí, no te preocupes.—habla limpiándose la sangre de su boca.

—¿Qué diablos ocurre contigo, idiota?—cuestiono—¿Te crees mi dueño o qué?

—Te lo advertí, Eloy.—dice, y me cruzo de brazos, viéndolo atenta—Te dije que vinieras conmigo.

—¿Acaso tengo que hacer todo lo que digas?—alzo la voz—No soy de tu propiedad.

—Aún no, pero serás mía Eloy.—dice con la mirada fija en mí; me congelo por unos segundos, y hablo.

"Maldito Fuck Boy."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora