Capítulo XXX

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Capítulo final, parte I.

Han pasado unos tres días desde de aquel "pequeño accidente" que poco y me causa un infarto; Naím se ha estado recuperando en la comodidad de su lujosa casa, y bajo los "excelentes cuidados" de su madre, que como era de esperarse, me echó la culpa de lo que había pasado, en el momento en que pisó aquel hospital. No le he dicho nada a Naím, no quiero causar más problemas, suficiente tengo con cargar con una culpa que obviamente no tengo. Por otra parte, hemos estado en comunicación, aunque me encantaría poder cuidarlo y mimarlo hasta que se recupere por completo, pero bueno, no podemos tener todo lo que deseamos, o en mi caso, no puedo estar con mi novio y cuidarlo, porque la bruja de mi suegrita me dejó muy en claro que no me quería cerca de su casa, porque según ella, soy una mala influencia para su hijo.

Por favor.

¿Cuántos años tiene?

¿Seis?

—No tengo nada en contra suya, pero, ¿no crees que él debería poner a esa señora en su lugar?—dice Laura, comiendo de su bolsa de papas fritas.

—Olvidas que su padre tampoco me quiere; y sería mucho más difícil confrontar a su madre, si su papá está de su lado.—hablo desanimada, subiendo mis piernas en el pequeño sofá de la sala.

—Pídele que lo haga, estás en todo tu derecho.—dice con la boca llena de papas.

—No hables con la boca llena de papas, es asqueroso.—hago una mueca de asco—Eventualmente lo hará; no tengo porqué pedírselo, Laura.

—Bueno, esperemos que lo haga; no quiero que parezcas una novia desesperada porque le den el lugar que merece.—la miro y alzo mis cejas.

—Eso no ayuda mucho que digamos, pero tienes razón. Ya no hablemos de mí...—suspiro—Cuéntame cómo va todo entre Emir y tú.

—Bien, supongo.—hace una pausa, y yo guardo silencio por un momento—El otro día estábamos frente a su auto abrazados, cuando me fue a dejar a mi casa; resulta que sentí un no sé qué y le dije «te quiero» pero la expresión en su cara fue un golpe bajo, ni siquiera me dijo «yo más, mi vida» después se marchó y no hemos hablado muy seguido, desde entonces.

—¿Y crees que era el momento justo para decirlo?

—Claro que sí... bueno, no digo que haya huido por haberle dicho eso, sino que los te quiero están muy infravalorados hoy en día, ¿qué esperaba? «que le dijera que me muero de amor por él, cuando él ni siquiera me lo ha dicho».

—Pues como tú lo has dicho, un «te quiero» se le dice a cualquiera, y quizás Emir creía o siente que su relación merece mucho más que un simple te quiero.—la veo con firmeza—También puede ser que ese no haya si el momento preciso para decírselo. Ok, sentiste las famosas mariposas, y algo te decía que dijeras alguna cosa, simple, pero exclusivo; y te aseguro que en ese momento, eso era lo último que quería escuchar de tus hermosos e hidratados labios.

—¿Gracias?—duda, y me causa cierta gracia—Ya hablas como toda una psicóloga, pero no sé si me sienta mejor después de llegar a esta conclusión.

—Pues si te hace sentir mejor, ya no digas que lo quieres, sino que en lugar de eso, demuéstrale cuán especial es para ti; querer no se trata de decir, sino de hacer.

—Sabias palabras—ambas reímos—Tienes toda la razón, Eloy; a este paso, terminaré siendo tu paciente, esa que irá a tu consultorio cada 24 horas, o 12, nunca se sabe. Y que no te sorprenda si mis pacientes acuden a ti por recomendación mía.

—Me halagas, Laurita, pero no seas exagerada; tú también tienes potencial, y sabes escuchar, eso es un 10 en nuestra área.—intento guiñar, y Laura se ríe frunciendo el ceño.

"Maldito Fuck Boy."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora