Me decido entre tocar y enfrentarme a mi jefe o no tocar y quedarme calladita. Pero sería raro si no digo nada al respecto de ese beso o el cariño o el que estemos casados, porque créanme cuando les digo que no entendí su comportamiento en el hospital. Fue tan raro.
Pero besa increíble.
Cállate.
Sabes que te gusto.
Si, si me gusto, pero ese no es el punto. Concéntrate.
Está bien ya me callo.
Bien después de esa pequeña pelea con mi mente, decido tocar la puerta de su oficina y después de el "toc, toc" escucho un adelante por parte del señor Walker, me paso las manos por mi falda para alisar las arrugas inexistentes de esta.
Tomo el pomo de la puerta, lo giro y finalmente abro la puerta y con lo primero que me topo es con su rostro, con su típica expresión de concentración, su mirada dirigida a unos papeles que sostiene en la mano derecha.
Concéntrate estúpida
—Señor Walker, buenos días, quería hablar con usted de unos asunto de importancia—le digo con tono profesional.
Su mirada se dirige a mí, me escanea de pies a cabeza y cuando se da cuenta que lo estoy observando vuelve a mirar hacia los papeles.
—Buenos días señorita Evans, tome asiento porfavor y cuénteme que es tan importante
Tomo asiento en uno de los sillones individuales negros de cuero enfrente de su escritorio—Quería saber —como le digo de la manera menos fea posible—quería saber el por qué se encontraba en el hospital, no es por ser desagradecida, se lo agradezco mucho, no tenía porque preocuparse por mí.
—Señorita Evans, cuando usted la ingresaron al hospital, me llamaron porque al parecer mi número se encontraba en los de emergencia, y además me preocupo por la salud de mis empleados.
—Bien, lo otro es por qué dijo que estábamos casados y por qué me beso.
—El doctor dijo que solo los familiares podían pasar a verla y dadas las circunstancias me vi en la obligación de decir que usted era mi esposa ya que quería saber si se encontraba bien y con respecto al beso fue un error y le quería pedir disculpas por besarla no volverá a suceder.
—Bien, pues me voy a trabajar, necesita algo—le pregunto.
—Un café americano sin azúcar y los informes de las rutas del mes pasado.
—Voy por eso y regreso— me levanto del sillón y me dirijo a la puerta, para salir de esa oficina.
Cuando salgo suelto el aire que no sabía que contenía en mis pulmones, doy un respiro profundo y me encamino a la cafetería.
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El Heredero ©
ChickLitUn empresario Una secretaria Una búsqueda Una noche de pasión ¿Qué crees que sucederá? ¿Lo quieres descubrir? Registrada en SafeCreative Código: 2104177533908