Capítulo 22

1.1K 66 2
                                    


—¿Cuánto te paga? Dime, dime, cuanto te paga para que lo dejes follarte —Me tomo fuertemente del cabello, haciendo que mi cuero cabelludo doliera y también me tomo del mentón con su otra mano, lastimando esa zona, —Eres una zorra, metiéndote con u...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿Cuánto te paga? Dime, dime, cuanto te paga para que lo dejes follarte —Me tomo fuertemente del cabello, haciendo que mi cuero cabelludo doliera y también me tomo del mentón con su otra mano, lastimando esa zona, —Eres una zorra, metiéndote con un hombre con pareja, maldita perra, eso eres, una perra en celo, que busca pollas, Ian es mío ¿entiendes?¡ES MI PAREJA! —No se dé donde saque suficiente fuerza para alejarla de mí.

El dolor ataco mi pecho, ¿eran pareja?, él era su novio, joder, ¿Por qué dolía tanto?, ¿era el karma? Seguramente me estaba castigando por haberme metido con él a pocos días de terminar una relación de años, que debió dolerme más, que esta puta confesión, el dolor era tan profundo que logro desestabilizarme por completo, que no vi venir en segundo golpe en mi rostro, mi mejilla volvió arder, y en mi boca se instaló un sabor metálico, me prepare para recibir el golpe el tercer golpe, pero nunca llego, levante mi mirada y observe a Angélica, deteniendo a Danna.

—Ni se te ocurra ponerle un dedo encima, ¿quién te crees? —Logro empujarla para alejarla de mí, el enojo en su rostro era evidente, estaba roja como un tomate.

—No te metas, esto es entre esa puta y yo —Hizo el amago de acercarse a mí, pero su acción no se realizó ya que Ian tomo su brazo, deteniendo sus apresurados pasos.

—Lárgate de aquí —Ordeno con su voz autoritaria.

—Pero Ian...

—¡Que te largues dije! —Su frase quedo en el aire cuando Ian soltó ese fuerte grito, lanzando con él una mira aterradora.

—Esto no se queda así, puta barata —Dio media vuelta, y entro al ascensor.

Angélica tomo mi cartera, y me ayudo a entrar nuevamente al baño, no note cuando habían empezado a llorar esta que sentí una solitaria lagrima deslizándose por mi mejilla, aquella que ardía como el infierno y que seguramente dejaría marca al igual que sus dedos en mí en mi mentón.

Angélica envolvió sus brazos en mi cuerpo dándome un abrazo, justo lo que necesitaba para romper en llanto, eso era todo lo que necesitaba en este momento, no preguntas, no reclamos, nada de eso, simplemente un abrazo.

Después de un tiempo en que ella acariciaba mi larga y morena melena, no separamos, y ella acuno mi rostro en sus manos, limpiando cualquier rastro de lágrimas, aquel gesto me pareció tan íntimo, tan extraño, pero se sentía bien, que por una vez en tu vida alguien que no fuera tu familia o novio, te brindara apoyo.

Seguramente me veía fatal, con el labio partido, la mejilla roja, mi cabello desordenado y mi maquillaje corrido, esto se siente como si una bomba se explotara en mi cara, con ella trayendo problemas y sentimientos confusos.

—Gracias —Dije para romper el silencio, tomando una fuerte respiración para evitar soltar un sollozo, ella pareció no comprender, por su gesto confuso —Por defenderme allá afuera —Aclaré — No tenías por qué hacerlo.

—Oh, no te preocupes y si lo sé, no tenía por qué hacerlo, pero yo quise hacerlo, porque eso hacen las amigas ¿no?, defenderé y estar para ella en momento difíciles o complicados como este —La miré, y me sorprendí la manera en que se expresaba con naturalidad —Déjame ayudarte, te voy a curar el labio.

—No, no, no te preocupes, ya hiciste bastante por mí.

—¿Segura? —Me pregunto entrecerrando sus ojos.

—Segura —Asegure, tomento el botiquín de primeros auxilios, que se encontraba sobre el mesón del lavamanos —Si quieres puedes retírate, estaré bien.

—Vale, ¿te parece si almorzamos juntas?

—Si claro.

—Bueno entonces pasare, por aquí en unas horas, no vemos.

Cuando salió solté un bocado de aire que no sabía que contenía, el nudo en mi garganta creció y mis ganas de llorar también, tome el algodón para mojarlo en un poco de alcohol, lo pase lentamente por mi labio, sin hacerme daño, tome aire nuevamente para tratar de desvanecer ese nudo en mi garganta que me atormentaba, el corte en mi labio ardía al entrar en contacto con el alcohol, cuando termine, bote el algodón el cesto de la basura, y saque una toallita húmeda para quitar el maquillaje corrido, la puerta del baño se abrió y en el espejo se reflejó el cuerpo atlético de Ian.

—Déjame explicarte —Suplico —No es lo que piensas, porfavor escúchame —Me gire para mirarlo.

—No tengo nada que escuchar, no me debes explicaciones —Dije haciendo un tonto intento de voz fuerte y segura, pero solo logre que saliera un tono de voz quebradizo.

—Ella y yo no tenemos nada, nos acostamos un par de veces, pero nada más, ella no... —Lo interrumpí, y tomé un bocado de aire antes de dejar claro esto, por completo.

—Señor Walker, no me debe ninguna explicación, es su vida privada la cual no me incumbe, si tienen o no una relación créame que no... no me interesa, solo le pido que la única relación que exista entre nosotros sea laborar, es lo mejor para los dos, y si me disculpa, tengo que...

—¡NO, ¡JODER, NO! —Grito de repente, haciendo que diera un brinco pues no esperaba esa reacción —no sé que me pasa contigo, no sé qué mierda me hiciste, esto... esto es extraño, para mí, para ti, para todos, joder, no sé cómo sucedió, pero quiero más de ti.

 esto es extraño, para mí, para ti, para todos, joder, no sé cómo sucedió, pero quiero más de ti

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


El Heredero ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora