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Año 845 Shiganshina

- ¡Eren, despierta!- me acerque a mi hermano que dormía plácidamente apoyado sobre un árbol y comencé a zarandearle.- No puedo creer que este idiota no despierte, hemos tenido que hacer todo el trabajo nosotras.- mire a Mikasa que cargaba leña en su espalda.

- Sacha, tu te has despertado hace... cinco minutos.- le sonreí a Mikasa. - Eren despierta, debemos volver ya, está a punto de oscurecer.

- Mikasa. - murmuró apenas despertando. - Te ha... crecido el pelo, ¿verdad?- dijo mientras alzaba la mano para enredar sus dedos en el cabello azabache de la chica.

- ¿Estabas durmiendo tan profundamente como para soltar una tontería como esta nada más levantarte?- Mikasa se alejó del chico.

- Bueno... me siento como si acabara de tener un sueño muy largo, pero no consigo recordar de que iba.

- ¿Por qué lloras Eren?- pregunté al percatarme de las lágrimas que caían por las mejillas de mi hermano.


- Ni una palabra a nadie, no es necesario que sepan que he estado llorando.- la única respuesta que obtuvo por mi parte fue una mirada burlona.

- No lo contaré.- respondió Mikasa.- Aunque tenías lágrimas en los ojos sin motivo aparente, quizás deberías comentárselo a tu padre.

- ¡Estás loca, no se lo diría ni harto de vino!- exclamó escandalizado

- ¿Por qué has estado llorando Eren?- Hannes apareció a nuestro lado.- ¿Es por qué tu hermana y Mikasa se han enfadado contigo por algo?

- ¡¿Por qué debería estar llorando?!- Eren preguntó alterado.

- Apestas a alcohol Hannes.- dije tapándome la nariz.

Los tres nos fijamos en las espaldas del mayor, donde estaban sus compañeros bebiendo sin parar.

Después de que Eren tuviese una estúpida conversación con Hannes nos encaminamos hacía casa, cuando sonaron unas campanas que anunciaban la llegada de la legión de reconocimiento.

- ¡Los héroes regresan victoriosos!- Eren nos agarró de la mano a Mikasa y a mi, y juntos corrimos hacía la entrada. 

Nos subimos a unas cajas para poder ver entre todas las personas.  Pero la escena con la que me encontré no era lo que imaginaba, a pesar de que era la misma de siempre. Todos entraban con unas caras indescifrables, pero no de felicidad, muchos de ellos heridos, sin comentar que no volvían ni la mitad de los que se habían ido.

Cuando Eren iba  a ponerse a discutir con unos hombres que hablaban de lo patéticas que eran las expediciones, Mikasa lo agarró de la chaqueta y salió corriendo de allí mientras yo resignada corrí detrás suya.

- ¿Aún sigues pensado en unirte a la legión de reconocimiento?- tras la pregunta de Mikasa se hizo un silencio total.

- Recojamos todo esto.- señalé la leña que antes llevaba Eren y ahora estaba desparramada por el suelo.


- Ya estamos en casa.- anuncié mientras abría la puerta de casa.

- Bienvenidos.- mamá nos saludo mientras limpiaba los platos, deje la leña y fui a sentarme al lado de mi padre.- Llegáis tarde, niños.

- ¿Papá está a punto de partir?- pregunté desilusionada viendo como preparaba su equipaje.

- Si, voy a la ciudad para explorar un par de cosas. - respondió sin si quiera mirarme. 

- Eren ha dicho que quiere alistarse en la legión de reconocimiento.- todos nos quedamos helados ante la confesión de Mikasa.

- ¡¿En qué estás pensando?!- mi madre agarró desesperada a Eren.- ¡De todas las personas que han salido de estos muros, ¿tienes idea de cuántos han muerto?!

Defensora de la Humanidad (Jean x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora