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Año 484. Dos meses de entrenamiento. 

Entre en total silencio a la cabaña de los chicos, quedaba todas las noches con Jean, aunque siempre se dormía y tenía que despertarle, aunque muchas veces le miraba dormir se veía tan calmado, no como cuando esta despierta que siempre va con el ceño fruncido.

- ¿Qué haces aquí?- me estremecí al escuchar una voz grave detrás mía.

- Reiner, yo...

- Tranquila, solo quería asustarte, se a que vienes, te veo todas las noches.

- ¿Cómo?- pregunté confusa.- Bueno, no importa, me voy a ir yendo, se ve que hoy esta realmente cansado, le dejare dormir.

- Se me hace raro que os llevéis tan bien, viendo como se llevan él y tu hermano. 

- Nos caímos bien desde el primer día.- sonreí al recordar como vino a buscarme al ver que salí enfadada.- ¿Annie, Bertholdt y tú os conocéis desde hace mucho?- tome asiento en un pequeño hueco en la cama de Jean.

- Desde niños, íbamos a la escuela juntos por decirlo así, hemos sido amigos desde entonces, sobre todo con Bbertholdt.

- Creo que va siendo hora de que me vaya.- me levante.- No quiero que ninguno de los chicos se despierte.

- ¿Sacha?- Murmuró Jean mientras frotaba sus ojos.- ¿Cuánto llevas esperando? 

- No mucho, pero te ves cansado, sigue durmiendo.

- Esta bien, nos vemos mañana.- me cogió de la mano tirando hacia él y dejo un beso en mis labios, después me dio la espalda y siguió durmiendo.

- Eso si que no me lo esperaba.- mire mal a Reiner que trataba de aguantarse la risa.

- Haznos el favor y no digas nada a los demás.- le rogué con la cara roja.

- Tranquila, no diré nada, pero a cambió quiero que me lo cuentes todo.- rodé los ojos y empuje levemente a Jean para que me dejase hueco para sentarme, al notar mi presencia se giró hacia mi y rodeo mi cintura con sus brazos haciendo que me pusiese aún más roja. 

- ¿Qué quieres saber?

- ¿Cuándo ha empezado lo que sea que tengáis?- preguntó sonriente, se estaba divirtiendo demasiado con todo esto.

- Pues no lo sé, supongo que hace un día.- recordé como ayer nos dimos nuestro primer beso bajo la luz de la luna.

La temperatura de esta noche era más fría de lo normal, aún así me encontraba de camino a la cabaña de los chicos. Entre en total silencio y para mi sorpresa Jean estaba ya preparado esperándome. 

Juntos salimos de la cabaña y en un silencio cómodo, instintivamente fuimos al mismo lugar de cada noche, aquel que Jean me enseñó hace casi ya dos meses. Normalmente no solía haber silencios en nuestras caminatas, salía ser yo la que hablaba sin parar, pero hoy sentía que no debía hablar, tampoco es que me molestase estar en silencio. 

Jean iba delante mía, por lo que podía observar su ancha espalda, podía ver sus músculos tensarse a través de su camisa. 

- La luna está mucho más brillante que otros días.- dije mientras observaba la gran esféra. 

- También hace más frio.-  susurro mientras frotaba sus manos entre sí.

Me acerque lentamente a él y comencé a pasar mis manos por sus brazos buscando darle calor. 

-  Llevo varios días dándole vueltas a algo.- dijo con su mirada fija en mis ojos. 

- ¿Puedo saber a qué?- susurre burlona.- No te imagino pensando. 

- No seas tonta.- se quejo mientras sonreía.- Voy en serio. 

- Bien, pues cuéntame que os lo que ha tenido a esta cabecita ocupada estos días.- pase una de mis manos por su cabello. 

- Voy a enseñártelo.- dijo nervioso. 

Cerró los ojos y dio un suspiro largo. Colocó una de sus manos en mi cintura y la otra en mi mejilla, la acarició con su pulgar y después colocó algunos mechones que caían rebeldes por mi frente detrás de mis orejas.

- Estás preciosa bajo la luz de la luna.- me sonroje levemente y baje mi mirada avergonzada. Desde que puso sus manos sobre mí, mi corazón comenzó a latir frenéticamente, y sentía como en cualquier momento se saldría de mi pecho. 

Pase mis brazos por su cuello y sin esperar a que él hiciese el siguiente movimiento, lo empuje hacia mi haciendo que nuestros labios se chocasen. Pude sentir su sorpresa, pero aún así siguió mis movimientos. Me separe lentamente para poder observarlo. 

- Se supone que yo iba a hacer eso.- se quejo aún sin soltarme. 

- Entonces hazlo.- le sonreí para luego volver a sentir sus labios contra los míos. 

Era la segunda vez que los probaba y ya era totalmente adicta a ellos, era totalmente adicta a Jean. 


- Entiendo, nunca pensé en él y en ti de esa forma, sois adorables.- sonrió haciendo que me pusiese más roja de lo que estaba mientras él se reía con cuidado de no despertar a nadie.- ¿Alguien más lo sabe?

- Marco.- mire al chico de pecas que compartía litera con Jean.- Más de una vez lo he despertado sin querer y le tuvimos que contar, pero nos ha guardado el secreto bien, y espero que tu hagas lo mismo.

- Lo prometo.- levantó su mano. 

- Reiner.- me miro expectante.- ¿Crees que alguna vez podremos vivir sin miedo?

- ¿A qué te refieres?

- A los titanes.- me miro algo sorprendido.- La humanidad vive con miedo a ellos, en lo personal nunca les di demasiada importancia hasta aquel día en Shiganshina, eso cambio todo.

- No... no lo sé.

- Lo único que quiero es vivir en tranquilidad con mi familia, eso fue lo que tuve durante algún tiempo.- recordé mi niñez.- Podría hacerlo ahora en el muro Rose, pero no creo poder vivir en paz mientras sigamos encerrados en estos muros. Me gustaría tanto volver a mi casa...- suspiré.

- Yo también quiero volver a casa.- dijo el chico.

- ¿Tienes familia?

- Mi madre, mis tíos y mi prima.- dijo con una sonrisa.- Están muy orgullos de que este aquí, vine aquí por ellos.

- Siento que si mi madre aún estuviese viva nos sacaría a Eren y a mi de aquí a patadas.- dije riendo en voz baja.- Él mismo día en que murió tuvo una fuerte discusión con Eren sobre esto.

- Eren es muy terco.

- Si que lo es.- busqué al chico con la mirada.- Aquel día lo marcó mucho... ver como- me trabé.- Ver como ese titán devoraba a mi madre... intentamos sacarla de los escombros, pero fue imposible y simplemente huimos de allí dejándola a nuestras espaldas, indefensa y sola.

- No fue vuestra culpa, no pudisteis hacer nada.

- Si... tienes razón.- suspiré.- Fue culpa de esos monstruos. - dije llena de rabia. - Creo que es hora de que me vaya a mi cabaña.- quité los brazos de Jean con cuidado de mi cintura y me levanté.- Espero que pronto puedas volver a casa con tu familia, eres un gran soldado, estarán más que orgullosos.

- G-gracias Sacha. 


Defensora de la Humanidad (Jean x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora