•Capítulo Uno•

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Bostesando bajó a la cocina.

Por el camino se encontró a varios empleados y con una sonrisa radiante le dió los buenos días.

-¿Que tenemos hoy?- le preguntó a la cocinera a penas y se sentó.

-La ensalada que pidió ayer, señora.

-¿Me estás diciendo vieja?- bromeó.

La mujer se puso nerviosa
-L-lo siento mucho, no...

Marlowe sonrió suavemente- No te disculpes, solo bromeaba.

Bien era sabido que ella era alguien muy reservada y estoica, por eso, verla reír -que no fuera con niños- y "bromear" era extraño.

-Puedes retirarte- dijo después de no recibir respuesta alguna por parte de la chef.

Desayunó en el silencio de su casa, uno al que ya estaba acostumbrada y que muchas veces la asfixiaba.

Saliendo del garaje y con dos camionetas -una delante y otra detrás- resguardándola, su trayecto a su empresa comenzó.

A lo lejos se visualizaba un rascacielos de cristal y concreto. Una magestuosa arquitectura diseñada para impresionar y dejar pasmados a muchos. En la entrada y en letras grandes de color negro se leía: Vitex Industry.

Empresa de Marlowe Lane, la gran diseñadora de Sydney.

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