•Capítulo Treinta y Seis•

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Los empleados y guardias salieron del baño y solo quedaron Leo y Adam.

Ella seguía susurrando con dolor en su voz, no me odio, no soy un monstruo, no mentí, no mentí, no soy un fenómeno, no me odio, no me odio.

Ellos no sabían que hacer pero no la dejarían sola; media hora después alzó su cabeza y salió del baño, Adam y Leo solo la observaron salir con sus muslos aún sangrando.

Se encerró en su habitación y fué a su baño, con el botiquín en mano se sentó en la cama y se quitó la prótesis, acomodó las cosas y ella misma limpió y vendó sus muslos con el rostro libre de expresión.

Actuaba como si no hubiera pasado nada, era la viva imágen de alguien desvaneciéndose.

***

—Señora— Adam sonaba preocupado—Señora, ¿se encuentra bien?

Marlowe aclaró su garganta— Estoy bien.

—Seño...

—Estoy bien Adam, basta.

El no volvió a insistir y se retiró. Nadie en la casa mencionó nada, más todos sabían que ella no estaba bien como aparentaba.

Detrás de CámarasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora