Capítulo 12

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La razón que había provocado el sismo, según Rue, había sido completamente natural, desde hace una hora había aparecido agitada y nos había explicado un sinfín de causas sobre por qué ocurre un sismo, mientras tanto, seguíamos reunidos en el pasillo principal de la academia escuchando las tontas palabras de esa mujer. Sin embargo, a pesar de que Rue se esforzaba en hacernos mantener la calma, nadie le prestaba atención.

Se escuchaba un barullo ininteligible de muchas voces mezcladas, pues el repentino sismo había provocado alteración en todos los estudiantes y nadie había dejado de opinar al respecto. Me mantuve inmóvil en el mismo sitio apretando el pequeño papel en mi puño, algunos trabajadores ya se estaban encargando de limpiar el desorden, especialmente las ventanas rotas.

Había estado divagando acerca de lo que había leído en esa misteriosa nota, las preguntas se atropellaban unas sobre otras en mi cabeza, y de nuevo entraba en esa tediosa burbuja de incertidumbre. ¿Una cuenta regresiva? ¿Podía interpretar tal cosa como una amenaza? ¿Estábamos en peligro? La respuesta a todas esas preguntas debía ser afirmativa, porque no encontraba otras opciones.

—Sabemos perfectamente lo que es un sismo, Rue, no somos unos niños —habló una chica con exasperación—. Pero hay algo extraño en todo esto, un sismo no pudo haber causado tanta destrucción.

—Es verdad —le siguió otra chica—. Además, muchos de nosotros pudimos sentir el piso caliente, ¿eso es normal para ti?

Rue vaciló.

—Contesta, Rue. ¿Es normal que el piso se haya calentado hasta tal punto de sentir nuestros pies quemándose? —exclamé atrayendo la atención de todos—. Como si una energía calórica se hubiese extendido desde lo más profundo de la tierra hasta este lugar.

—Eso no...

—No hay manera de que haya sucedido eso a causa de un fenómeno natural —interrumpí con firmeza—. Incluso podría afirmar que hay algo debajo de nosotros. ¿Bóvedas subterráneas, quizás?

Observé con atención cada movimiento que realizó Rue, avanzó un paso como si quisiera acercarse a mí pero se detuvo en seco, frunció el ceño y titubeó como una propia ridícula. Claramente mis palabras la habían dejado helada, lo que me llevó a deducir que estaba en lo cierto.

—Señorita Kim Jeon —empezó a decir Rue intentando ocultar el tono odioso—. Lo único que hay debajo de nosotros son las plantas eléctricas subterráneas. Quizá la oscilación de calor fue causada por una falla en los generadores.

—¿Es así? Me sorprende, ya que pudiste haber dicho eso desde el principio y ahorrarte explicaciones irrelevantes —respondí con tranquilidad, pero sin ocultar el veneno bañado en mis palabras—. Disculpa, supongo que no puedo reclamarte de esa forma, ya que estoy segura de que la edad influye bastante ante semejante incompetencia.

Las reacciones llegaron tan rápido como lo había esperado, los estudiantes se miraron entre sí con impresión, como si no pudieran creer que había sido capaz de soltar esa respuesta con tanta serenidad. La expresión de Rue fue lo suficientemente legible para dejarme en claro su desagrado hacia mí, y además de eso, lo indiferente e irrespetuosa que le parecía.

Durante los siguientes segundos en silencio todo fue demasiado incómodo, hasta que Sun decidió romper la tensión.

—Rue, quisiera saber si esto afectará de algún modo al evento del aniversario. Es decir, esta parte de la academia está hecha pedazos y no se ve muy presentable.

—No debe preocuparse por eso, señorita Harvey. Las zonas dañadas serán restauradas en menos de dos días —contestó Rue viendo a Sun con esa típica sonrisa falsa.

El rey de las apuestas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora