Capítulo 4

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Desde que tengo memoria, mi madre siempre estuvo a mi lado, me enseñó todo lo que ahora sé, aunque no precisamente fuesen cosas buenas para una niña. Cuando mi padre nos abandonó, ella hizo hasta lo imposible para cuidarme, me llevaba a todos lados y jamás me dejó sola en el pequeño apartamento de Seúl donde solíamos vivir.

Me llevaba todos los días al casino donde trabajaba como mesera, tenía como siete años y no entendía muy bien por qué habían tantas personas riendo, bebiendo alcohol y fumando, la mayoría con un montón de fichas y dinero en las mesas, el hecho de no lograr entender nada fue lo que me llevó a interesarme más. Así que un día le pregunté a mi madre sobre eso, ella sonrió y me explicó todo, incluso habían tardes en las que solíamos jugar póker con dinero falso de monopolio.

¿Se imaginan a una niña de siete años encantada de jugar póker con su mamá? Extraño, lo sé.

Sin embargo, al pasar los años, estaba tan emocionada de empezar la secundaria, porque no tenía idea de todo lo que me iba a suceder. Tuve que soportarlo durante mucho tiempo, yo era como un reflejo exacto de mi madre, orgullosa y con un ego muy alto, pero estaba pasando por tantas cosas en ese instituto que la simple idea de pedirle ayuda a mi madre no me parecía una opción, no quería que ella se sintiera avergonzada de mí.

Sin embargo, pasaron meses y meses sin que nada cambiara, la situación económica de mi madre había mejorado y ahora ella tenía dinero suficiente para pasar más tiempo en casa, se preocupó por mi aspecto lamentable y fue al instituto a hablar con el director, fue entonces cuando se enteró de todo... Y yo no podía sentirme peor. Posiblemente desde ese momento arruiné la relación que tenía con ella, y nos volvimos más distantes.

Entonces fui a parar a Springs. Siendo una chica totalmente diferente y dejando el pasado atrás, no iba a defraudar a mi madre de nuevo, por eso estaba dispuesta a ganarme un título grande en esta academia. Mientras recordaba eso, observé a Akina frente a mí con una mirada retadora, no tenía nada de miedo y tampoco me sentía insegura, una gran diferencia entre Akina y Taehyung.

—Juguemos tranquilamente, como dos viejas amigas en una partida casual —mencionó Akina sonriendo con serenidad.

—Desde luego —le respondí con una sonrisa falsa.

Algunos estudiantes ordenaron la mesa y colocaron dos sillas, también ordenaron las cartas y las fichas, Akina tomó asiento y yo me senté frente a ella. Durante un momento me observó en silencio, por lo que me permití observarla, se veía tan serena que me daba la impresión de que ella también no tenía ni un poco de miedo. Fruncí el ceño instintivamente, de seguro sólo estaba intentando ocultar sus emociones, pues el costo de perder era muy alto.

—Sun, serás la repartidora de las cartas —dijo Akina a lo que la chica asintió con rapidez—. Supongo que, al igual que todos, tienes dinero en tu mochila, Kim.

Asentí, y en un rápido movimiento me levanté, recogí la mochila, me volví a sentar frente Akina y la dejé caer a un lado de mis pies.

—Cuando quieras —murmuré con indiferencia.

—Excelente, ya podemos empezar —exclamó alegremente Akina.

De repente, sus palabras me hicieron sentir un sabor ácido en la garganta, no entendí por qué demonios estaba tan contenta con esto, es decir, yo también disfrutaba mucho jugar póker pero cuando se trataba de ella
realmente era distinto. En este momento no estaba interesada en disfrutar el juego en lo más mínimo, lo más importante era la competencia y ganar, tenía que lograrlo.

Solté aire por la nariz con discreción, entonces Sun nos observó expectante y dijo:

—¿Qué van a apostar?

El rey de las apuestas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora