Capítulo 36

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Lo primero que hice fue mirar a Taehyung como en un estado de asombro, necesitaba saber si el disparo había sido real o parte de mi imaginación, sin embargo, los gritos de Akina se hicieron más fuertes y desesperados, entonces nos dimos cuenta de que teníamos que ayudarla.

Taehyung me tomó de la mano y comenzamos a correr como locos para salir de las mazmorras, pero en medio de la carrera tropecé con algo y caí brutalmente al suelo, me estremecí porque sentí que me golpeé más las costillas, luego me volví y vi que tenía una mano apretada con fuerza alrededor de mi tobillo. No había tropezado con nada, uno de los prisioneros había sacado su mano a través de los barrotes y me agarraba con desesperación.

—Tienes que ayudarme —susurró el hombre con dificultad, luciendo moribundo—. Mi hija... Mi hija está...

—¡Suéltala! —Taehyung intervino ayudándome a levantarme y luego se paró frente a mí de manera protectora.

—Espera, espera —dije mirando hacia la celda de nuevo—. ¿Qué pasa? ¿Qué ibas a decirme?

—Mi hija está secuestrada, ese monstruo la tiene, ayúdala, por favor —dijo el hombre después de escupir sangre—. Su nombre es... Su nombre es...

—Tenemos que irnos, Kim, no hay tiempo —insistió Taehyung.

Esperé con impaciencia que el hombre terminara de hablar, pero luego comenzó a toser y no dijo nada, así que con mucho pesar tuve que seguir corriendo con Taehyung hasta que salimos de ese lugar y corrimos por los pasillos iluminados de la academia. Akina siguió gritando y seguimos la dirección del sonido para encontrarla.

Finalmente llegamos a la sala privada de Brant, que ahora estaba completamente decorada, muy diferente a la primera vez que la había visto. Me congelé en medio del lugar, Akina estaba en el suelo mirando con el más profundo miedo a Brant, quien estaba parado frente a ella amenazándola con un arma, busqué signos de heridas en el cuerpo de Akina, pero no había nada, así que supuse que el primer disparo no la había alcanzado.

—¡Dime dónde está Kim! ¡Maldita sea! ¿Está con ese idiota? —gritó Brant, poniéndose rojo de furia.

—¡Ya te dije que no lo sé! —respondió Akina en medio del llanto.

Taehyung no esperó más y se acercó a Brant para empujarlo, agarró su arma y la arrojó al otro lado de la habitación, Brant se congeló de la sorpresa y Akina dejó de sollozar.

—Suplícame que no te mate en este mismo instante, porque Akina es mi hermana, y nadie pasa sobre mi familia, mucho menos un maldito hijo de puta como tú —dijo Taehyung furioso.

Mi corazón se hundió cuando vi la mirada iluminada de Akina, de seguro era la primera vez que él la defendía y admitía abiertamente que eran hermanos. Pero Brant rió amargamente en su lugar.

—¿Son hermanos? ¿De verdad? Vaya, qué bueno eres guardando secretos, Taehyung, ni siquiera Clifford sabía eso —contestó Brant, luego sus ojos que brillaban con maldad se detuvieron en mí—. Ahí estás, Kim, no me sorprende que seas una traidora.

—No es traición porque nunca estuve de tu lado, imbécil —le espeté con desdén.

—Estoy harto de tus malditas respuestas y que me trates así, la próxima vez voy a...

—¿Qué? ¿Qué le vas a hacer? —lo interrumpió Taehyung desafiante—. Atrévete a hacerle daño delante de mí y será lo último que hagas.

Akina aprovechó la distracción de Brant para levantarse y correr en mi dirección rápidamente, luego se puso detrás de mí casi temblando de miedo.

El rey de las apuestas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora