Capítulo 25

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Observé asustada cada movimiento que realizó Rue, se desplazó por la sala mirando alrededor mientras sostenía la pistola con seguridad, como si no fuera la primera vez que utilizaba un arma. Luego miré a Moon, estaba paralizada y con los ojos desorbitados, sabía que ella también tenía miedo.

Contuve la respiración y cerré los ojos por un instante intentando pensar en un plan rápido, en una solución, Rue tenía razón, para que nosotras pudiéramos huir de la sala teníamos que llegar a la única puerta que estaba justo en frente de la psicópata con la pistola. Durante un instante pensé en salir de mi escondite y enfrentar a Rue, ya había hecho esa locura una vez con el verdugo, pero esta vez era diferente.

Yo no le caía bien a Rue, y nada me podía asegurar que si salía ella no me dispararía. Los segundos pasaron con rapidez mientras Rue se acercaba cada vez más, Moon recostó su cabeza en el archivero metálico cerrando los ojos, estaba claro que ella no pensaba encontrar una solución. ¿Ella dejaría que una vieja loca le hiciera daño? Apreté los puños, por supuesto que no, el día de hoy nadie moriría, íbamos a salir con vida de este lugar de cualquier forma.

No obstante, para mi sorpresa, la puerta se abrió de nuevo y esta vez apareció Greta, se detuvo frente a Rue la cual dejó de buscar alrededor y observó sorprendida a la chica de cabello blanco. Greta tenía el cabello cubriéndole las orejas, llevaba la camisa blanca, la corbata y el chaleco azul del uniforme, una parte de su excéntrico tatuaje en el cuello había quedado oculto, pero no usaba falda ni medias, tenía puesto un pantalón muy ajustado.

La primera vez que la había visto en el evento tenía solo un piercing de aro en la nariz, pero ahora tenía uno en la ceja derecha. Greta levantó un poco la barbilla y su mirada fría observó a Rue de pies a cabeza con desdén, su expresión seria se mantuvo controlada en todo momento. Observé la escena con atención intentando mantenerme oculta en el archivero, sólo podía asomar la cabeza un poco.

—Te busqué por toda la academia, los insectos como tú suelen ser muy escurridizos —habló Greta con un tono de voz carente de emociones, luego ladeó la cabeza con la mirada vista en la pistola de Rue—. ¿Qué estás haciendo con eso?

—Alguien se metió a la sala y lo estoy buscando —contestó Rue poniéndose nerviosa, eso me confundió—. Greta... Sé que tú y tu hermano son invitados especiales del director, pero eso no significa que puedas romper las reglas. Las chicas deben utilizar falda.

—¿Y qué si no quiero vestirme como chica? —Rue iba a responder, pero Greta continuó—. ¿Sabes qué? Deberías dejar de perder el tiempo persiguiendo a los estudiantes con esa pistola y encargarte de lo que es importante.

—¿Qué debo hacer?

—Akina —respondió Greta—. Deshazte de ella, quiero a esa estúpida fuera de mi camino ahora. Necesito llegar a las votaciones sin ser vista y Akina es un estorbo, está vigilando. Y si se resiste, mátala.

Le di una mirada de reojo a Moon.

—Lo haré —dijo Rue asintiendo repetidas veces.

—Más te vale, porque si no haces bien tu trabajo, nosotros nos vamos a hacer cargo, y créeme, no será muy lindo —dijo Greta—. Pero lo harás cuando te recuperes. Por ahora, tengo un mensaje de mi hermano para ti.

—¿Cuando me recupere de...?

Rue fue interrumpida bruscamente cuando Greta le clavó un cuchillo en el estómago, en ese momento ni siquiera pude moverme o pensar, me había quedado completamente paralizada por el susto cuando el sonido seco del objeto atravesando la piel llegó a mis oídos. Greta sostuvo el cuchillo con fuerza y miró a Rue con una sonrisa maquiavélica, como si lo estuviera disfrutando mucho, y luego, sin sentir ningún tipo de remordimiento, sacó el cuchillo sin ninguna delicadeza haciendo que Rue dejara escapar un jadeo.

El rey de las apuestas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora