Capítulo 3

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El viento estaba comenzando a calar mis huesos a través del frío que dejaba caer y las luces de la academia estaban ya parpadeantes en la noche.

Observé con atención cada una de las ramas de los árboles que se sacudían con fiereza frente a la ventana de mi habitación, estaba atónita, no podía dejar de pensar en lo que había sucedido hace unas horas atrás, la forma en la que todos habían dejado a Kang a su suerte y me habían obligado a hacerlo también.  Le di a Hana una mirada rápida, ella estaba profundamente dormida en su cama mientras soltaba respiraciones suaves, entonces tuve una idea loca.

A mis 17 años jamás había sido una chica audaz, de hecho, a causa de eso era que la Kim de antes había tenido que soportar tanto durante mucho tiempo, no obstante, esos recuerdos habían quedado atrás desde que entré a la academia, ahora todos iban a conocer a la Kim que no le temía nada. Así que esa noche, iba a desafiar a los estudiantes de Springs y sus reglas, no podía dejar a Kang en aquel lugar y con el frío que hacía, simplemente mi consciencia no me lo permitía.

Al cumplirse las diez de la noche, comenzó la travesía de ir contra todos, toda la academia tendría que aprender que las cosas cambiarían a partir de hoy, no importa cuánto se esforzaran ellos en seguir con ese estilo de vida retrógrado, yo iba a impedirlo de cualquier forma, aunque tuviera que costarme la vida. Sí, tal osadía parecía estúpida en este momento.

La luz de la luna iluminaba la habitación desde su pieza hasta la puerta, era una luz tenue, pero precisa al momento de poder comenzar con esta locura. Antes de salir, me coloqué un abrigo grande y di el primer paso. Lentamente cerré la puerta detrás de mí, haciendo el menor ruido posible para no despertar a Hana, no habían muchas personas en los pasillos, algunos me miraron con desinterés, y otros simplemente me ignoraron, así que logré salir de la academia sin levantar sospechas.

Mientras comencé a caminar no pensé en nada más, tenía claro mi objetivo, debía rescatar a Kang y luego volver a la academia lo más sigilosa posible, alejándome paso tras paso, recorrí ese camino tomando una ruta distinta, debía bajar hasta el arroyo, porque ahí se debía encontrar Kang tirado sobre la tierra y posiblemente malherido.

Ya había caminado unos veinte minutos y mis piernas estaban debilitándose, el frío estaba siendo aún más cruel de lo que había imaginado, solté una fuerte exhalación y de repente sentí que alguien estaba mirándome, decidí no ignorar esa fuerte sensación por lo que empecé a mirar alrededor con cautela, sin embargo, no había nadie, sólo el camino oscuro rodeado de árboles siendo iluminado sólo por la luna llena. Debía darme prisa.

—¡Kang! ¡Kang! —grité como desquiciada empezando a correr en línea recta.

Vislumbré a la distancia un cuerpo tendido en el suelo, entonces supe que se trataba de él, corrí más rápido, pero de un momento a otro mi pie chocó contra una rama y caí abruptamente en el suelo, levantando un poco de polvo y haciendo ruido con semejante estrépito. Solté un gemido de dolor pero me levanté al instante, mi rodilla se había lesionado contra una piedra y ahora sangraba. A pesar del dolor que estaba sintiendo, seguí caminando hasta llegar a Kang.

El chico se veía débil y al parecer estaba dormido, tenía el cabello desordenado y el uniforme lleno de tierra y algo de lodo, me acerqué más a él y empecé a desatar la soga que tenía atada a sus pies, pero fue una mala idea, ya que Kang se despertó sobresaltado al sentir el contacto y me propinó una fuerte patada en el estómago para alejarme de él, caí de espaldas como una estúpida y mi rostro se contrajo de enojo.

—Mierda, estás demente —exclamé en un gruñido.

Kang intentó levantarse del suelo mirando hacia todos lados torpemente debido a la venda que cubría sus ojos, pero con los pies y las manos atadas no podía hacer ningún movimiento ágil que digamos.

El rey de las apuestas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora