Sentada en el banco del parque, observé cómo el sol se despedía entre los edificios urbanos, mientras una brisa delicada acariciaba mi rostro. El año que dejaba atrás se revelaba como un laberinto de traumas y giros imprevistos que habían zarandeado mi vida estudiantil.
Recordaba con nitidez aquella noche posterior a la universidad. Un asalto a mano armada en la tienda de antigüedades donde trabajaba a medio tiempo. El contacto helado del metal del arma contra mi piel, el miedo que me paralizó en ese instante y la angustia que me acompañó durante semanas después. Sobreviví, pero la experiencia dejó una huella imborrable en mí, como todas las anteriores.
Inadvertidamente, el recuerdo me transportó a Springs; la justicia se impuso, pero el precio emocional que tuve que pagar fue alto. Las noches en vela, los ataques de pánico, la sensación constante de estar observada. Todo eso se convirtió en parte de mi día a día. Pero no me rendí. A pesar del trauma, continué con mis estudios, encontrando consuelo en la rutina de las clases y el apoyo de mis amigos cercanos. Cada día era un paso hacia adelante, un pequeño triunfo sobre el miedo que amenazaba con consumirme.
Ahora, en el parque, me concedí el lujo de inhalar profundamente, permitiendo que la serenidad del atardecer me abrazara. Había aprendido a valorar los momentos de quietud, a descubrir la belleza en los pequeños detalles cotidianos. Aunque el pasado persistía como sombra, había hallado fortaleza y esperanza en la penumbra.
Sabía que el camino hacia la curación sería largo y difícil, pero estaba lista para enfrentarlo. Con cada paso que daba hacia el futuro, dejaba atrás un poco más del peso que llevaba conmigo. Y aunque el camino será difícil, estaba decidida a vivir mi vida con valentía y determinación.
Mientras miraba las conocidas calles de mi ciudad, sumida en mis pensamientos, de repente lo avisté: Taehyung, mi antiguo amor. Su semblante, una vez tan familiar para mí, ahora lucía extraño, distante. Un nudo se formó en mi estómago mientras él se aproximaba. Nuestros ojos se encontraron, desencadenando un torbellino de emociones dentro de mí. Él me saludó con una sonrisa cordial, pero percibí la confusión en su mirada al intentar recordar quién era yo. Aquella confusión me impactó como una ola, recordándome el accidente que había borrado su memoria.
Intenté enmascarar mi dolor tras una sonrisa forzada, fingiendo que su olvido no me afectaba. Sin embargo, por dentro, mi corazón se retorcía de angustia. Aquel chico que había compartido mis sueños, risas y lágrimas, ahora se encontraba ante mí como un extraño.
Un instante de pausa se apoderó de nosotros, mientras él me escudriñaba con intensidad, como si buscara algo en lo más profundo de mi ser. Entonces, con un destello de reconocimiento en sus ojos, pronunció esas palabras que resonaron en lo más profundo de mi alma:
—Eres Kim, ¿verdad? Nos encontramos una vez en una joyería.
El alivio me inundó al escuchar mi nombre en sus labios. Asentí con un nudo en la garganta, luchando contra las lágrimas que amenazaban con escapar.
—Sí, soy Kim —respondí con voz temblorosa, incapaz de ocultar la emoción.
Por un instante fugaz, el tiempo pareció detenerse mientras nos enfrentábamos, atrapados en un torbellino de sentimientos. Había tanto que deseaba expresar, tanto que anhelaba recordar juntos, pero las palabras se atragantaron en mi garganta, ahogadas por la intensidad del momento.
Finalmente, decidí romper el silencio, esforzándome por mantener la compostura:
—Sí, soy Kim —afirmé, esta vez con determinación en mi voz—. Y tú eres Taehyung, el chico que solía sacarme risas incluso en los días más oscuros.
Inmediatamente, lamenté mis palabras. ¿Qué buscaba al decir eso? ¿Desencadenar una tormenta en su memoria?
Sin embargo, él simplemente se sentó a mi lado.
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El rey de las apuestas ©
Mystery / ThrillerKim llega a una prestigiosa academia en Corea con la firme intención de concentrarse solo en sus estudios. Sin embargo, pronto se da cuenta de que la academia oculta un oscuro secreto. Los estudiantes están atrapados en una red de mentiras y traicio...