Capítulo 20

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Empujé a Taehyung lejos de mí, su rostro se giró a un lado cuando mi mano se estrelló con fuerza en su mejilla derecha, observé en shock lo que había hecho cuando mi mano ardió a causa del golpe. ¡Por Dios, acababa de golpear a Taehyung! Él me observó perplejo sin saber por qué había reaccionado de esa manera por un beso, y a decir verdad ni siquiera yo lo sabía con exactitud, simplemente había sido por impulso.

Hice una mueca y empecé a balbucear excusas vanas, que vergüenza, de seguro merecía el premio a la chica más patética de la academia. Supe que ese era el momento indicado para huir, así que le di una mirada de disculpa antes de salir corriendo de esa maldita sala con el rostro rojizo. ¿Y por qué demonios estaba sonrojada? Ni siquiera yo terminaba de entender cómo era que había besado a Taehyung de esa forma y luego lo había golpeado.

Avancé en los pasillos con rapidez en busca de un lugar donde pudiera pensar con tranquilidad.

Llegué al baño de chicas y empecé a enjuagar mis manos con nerviosismo en el lavabo, como si de esa forma pudiera remediar lo que había hecho, estaba mal, sí, porque no se suponía que pasara nada de esto. Lo único que haría era mantenerme alejada de Taehyung para no desarrollar sentimientos, ni cariño, nada, no quería sentir ningún afecto por un chico del que no estaba segura si iba a mirarlo sólo como un amigo. Me había permitido querer a Jin, porque estaba completamente segura de que sólo seríamos amigos, pero con Taehyung era distinto.

Solté una maldición en voz baja mientras me veía al espejo, hice una mueca de asco mientras frotaba mis dedos sobre mis mejillas para que ese ridículo tono rosáceo desapareciera de una vez. Cerré los ojos por un instante y tomé una respiración profunda, vamos, no podía ser tan difícil ignorar a Taehyung en los siguientes días, lo haría por una buena causa, yo no podía enamorarme de él y Taehyung tampoco podía enamorarse de mí, no podía ser tan complicado, ¿verdad?

Abrí los ojos sobresaltada cuando escuché algo similar a una arcada, me giré para encontrar a Akina quien acababa de salir de uno de los cubículos luego de haber tirado de la cadena, se veía realmente mal, tenía el cabello sujetado en un moño desordenado, estaba vestida con una bata blanca y unas pantuflas negras, tenía la piel pálida y debajo de sus ojos sobresalían unas ojeras leves. Me dio una sola mirada antes de abrir la llave y lavarse las manos con un aspecto enfermizo.

—¿Estabas vomitando? —pregunté incrédula.

—Sí... Como sea, creo que la comida que están preparando en las cocinas me está haciendo daño.

—Deberías ver a un médico —respondí sin dejar de observarla—. ¿Qué sucedió contigo el día del terremoto?

Akina cerró la llave y me observó con seriedad.

—Nada grave, por suerte las quemaduras en mis pies no fueron tan severas. Me dijeron que debía descansar y eso es lo que hago, me cambié después de esa tonta reunión —contestó ella casi arrastrando las palabras—. Y tú estás bien gracias a Taehyung, después de todo él prefirió salvarte a ti antes que a su...

—¿A su qué? —pregunté con curiosidad cuando ella dejó las palabras en el aire.

—Olvídalo, no tiene caso si él lo niega.

Me acerqué a ella viéndola con preocupación. ¿Había empezado a delirar? Lo que había dicho no tenía ningún sentido. Akina cerró los ojos y se tocó la frente haciendo una mueca de dolor, sin embargo, me detuvo alzando una mano antes de que pudiera dar un paso más.

—Ten cuidado con lo que haces y en quién confías, Kim —murmuró cuando abrió los ojos de nuevo—. Los Sallow son personas difíciles de tratar, y no lograrás vencerlos sin una estrategia bien planeada, buena suerte.

El rey de las apuestas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora