68. ¿Mío?

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PABLO

Me despierto de la negrura acuosa en la cual el odio y el descontrol me bañaron al ver los ojos de Magali y sentirla con Elián en mis brazos.

Ha sido una pesadilla.

Mi corazón late tan fuerte que siento las venas latir en cada parte de mi cuerpo, y su zumbido en mis oídos. Quizás por eso me tardó escucharla. Y me tarda en realizar toda la situación; el arma en mi mano, apuntada hacia ella y López en el sofá dormidos, sentir una mano en mi cara forzándome a mirar en otra dirección. Todos mis nombres susurrados, como una oración desesperada, tardaron en llegar a mi cerebro. No sé ni como he llegado hasta aquí en el salón, con el arma, apuntando López.

Era López que apuntaba. Una sensación extraña, una frase repitiéndose en mi oído mientras cogía el arma, me recuerdo ahora: "Maté uno, los mataré todos...". Me transformé en un monstruo. Aprieto fuerte Magali del miedo que me provoca esta persona en la cual me he convertido. Pero el alivio es tal que lloro como un crío en sus brazos, acariciándola, besándola, besando mi hijo. Agradeciendo que todo esto fue mi estúpida imaginación, que no era Magali que López abrazaba.

Cojo mi hijo en mis brazos, besando su cabeza, su cuerpecito hirviendo de sueño, las luces de presencia se encienden en mi pasaje. Estas malditas bombillas que solo les ponen luz a los miedos de Magali. Las instaló "para Elián", pero supe al momento que eran para sus miedos, sus traumas, todo lo que Lucas dejó como rastro en los rincones del inconsciente de mi mujer. Cuanto más los veo, sus miedos, menos me siento culpable de haberlo matado, lo mataría cada vez, mataría cualquier hombre que la toque. Mataría López ahora mismo de nuevo, para Magali, para que esté bien, segura y, porqué mentir, para que sea mía únicamente.

Aprieto Elián en mis brazos y lo llevo hacía su cama donde lo cubro de su manta y le doy un beso, cerrando los ojos, aguantando mis ganas de llorar. Cuando me giro veo Magali apoyada en el umbral de la puerta, se sacó el sweater, solo lleva un leggings y un top de tirantes negro. Me mira, sus ojos reflejan miedo, de nuevo, miedo. Entonces veo en el reflejo del espejo que sigo con el arma en las manos. En dos pasos estoy al lado de Magali que cojo por la muñeca y la llevo a mi estudio.

Cierro la puerta detrás de mi mujer, y me alejo para dejar el arma en la caja fuerte.

-¿Quién es? -pregunto, acercándome a ella.

-Lucy... Tenía miedo de quedarse en el hotel y que Enrique la encuentre -susurra antes de mirarme a los ojos-. Me habías dicho que ibas a devolver el arma...

-El arma se queda -digo apoyando mi frente a la suya, cogiendo su nuca.

Magali suspira, apoyada contra la puerta de espuma, material especial para insonorizar mi estudio.

-¿Y López? -susurro, apretando los puños.

-No nos quiso dejar.

-¿Porqué fuiste a buscar nuestro hijo?

-Porque no paró de hacer pesadillas en las cuales yo me moría, me llamaron mis padres hace una hora, desesperados.

-¿Porqué no me llamaron a mí?

-Porque soñó que YO moría, Pablo... Quería hablar conmigo. Si habías escuchado o leído los mensajes que te dejé en Whatsapp, lo sabrías.

Trago fuerte, mirando sus labios, su pecho baja y sube aceleradamente.

-Pablo... -susurra, después de tragar, seguramente reconociendo mi mirada.

-Magali... -contesto imitando su tono.

-Tenemos que hablar... -susurra.

-Lo sé... -resoplo, cogiendo sur manos y subiéndolas sobre su cabeza-. Pero no tengo ganas, ahora no...

Saturno En La TierraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora