59. La boda

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Pablo

"No sé tío. Boda tradicional, ceremonia en la iglesia, coro, cóctel y cena en un hotel con comida espectacular y vistas al mar."

Eso me escribió esta semana Mario, cuando le pregunté como debía venir a su boda. Y aquí estoy en la terraza, apartado de toda esta gente que juega al "juego de la normalidad" conmigo. Pero lo veo todo; las miradas de lado, los susurros, los cuchicheos, la timidez de ver una celebridad. Los más valientes se acercan y piden autógrafos, pegados por las mujeres que hacen de "Pero juan, deja este pobrecito vivir normalmente". Cuando pasa durante el día, mientras estoy haciendo cosas de la vida, sacando a Terral, caminando, comiendo en restaurantes solo o por trabajo, no tengo ningún problema. Pero... En eventos familiares como este, o cuando ya son gente de cercanía. Sé que soy un peso para mis amigos. Porque algo que era un secreto ahora ya no lo es, y sé que van a recibir bastante mensajes y llamadas pidiendo cosas sobre mí. Menos mal que Mario es mi mejor amigo de infancia, no sería la primera vez que se cambia de numero de teléfono. El simple hecho de saber que él está en contacto directo conmigo le trae problemas. Es una putada...

Aunque nunca quisiera admitirlo, el único lugar donde encuentro "normalidad" es cuando estoy entre ellas: las celebridades ¿Quién mejor para entender todo esto? ¿Quién mejor para entender esta soledad? Cada vez que voy a fiestas a las cuales me invitan mis amigos es lo mismo. Con ellos no hay problemas, sigo siendo el mismo gilipollas de siempre, el amigo de infancia, el rubio... Las viejas bromas siguen haciéndose, nada ha cambiado, o sí, pero son cambios normales de evolución de cada uno. Unos se casan, otros tienen hijos, otros van de negocio en negocio y no se encuentran, unos ya llevan dos divorcios. Normal. Pero cuando hay fiestas donde gente de fuera, amigos, familia están invitados, yo no hago parte de esto, justamente por estas razones. En la iglesia, me escondió toda la pandilla, para que la gente no haga un escandalo. Estaba de espaldas a todo el mundo cuando la novia entró. Me giré justo, porque me dijeron que todo el mundo estaba mirando del otro lado.

Que guapa. Lo único que hizo fue hacerme echar de menos a Magali. Pensar en nuestra boda... Ya estamos "casado", y no es algo que tenemos aún en mente, pero en estos eventos estamos casi obligados a pensar en nuestra propia situación en la escalera sentimental.

Y realmente... ¿En qué situación estoy? Sigo sin ver Magali desde hace más de veinte días. Y no tengo respuesta a mis WhatsApp desde que hablamos, desde que le pedí de volver. Terminamos la conversación dulcemente, pero supe que la había cagado. Y desde hace dos días, no tengo acceso a su ubicación.

Y días como hoy, aquí, un día de fiesta, hecho de menos las carcajadas de Magali, su manera de sacarse los zapatos de tacones y bailar descalza en las fiestas, como si nadie la mirara. Su manera de cuidar todo el mundo. Su manera de apretar mi mano tres veces cuando tengo la cabeza en las nubes y preguntarme: "¿Dónde estabas?".

Estar en Málaga también me recuerda Lucas, lo que vivimos hace menos de un mes aún es fresco. Sigo con pesadillas cada noche y preguntándome si no fue justamente una pesadilla, si no me voy a despertar uno de estos días de este dolor en el pecho y de la duda que hubiera podido hacer las cosas de otra manera. En vez de ahogarlo, en vez de pegarlo en la cara y matarlo. Su mirada, es lo que me viene más a menudo. Pero, menos mal, estar aquí también me recuerda Ella, paso de noche por las calles que crearon los inicios de nuestra relación, lo que se ancló en nuestras mentes, en nuestros corazones y nuestras almas. Lo que nunca nos dejó, ni el uno ni el otro. La mesa donde escribía, la pared donde lo hicimos, el edificio que alquiló al inicio, el banco donde me regaló un orgasmo, la biblioteca... Me di cuenta de lo cuanto Magali había llenado de recuerdos cada rincón de Málaga.

Por eso quizás era urgente para mí irme de aquí.

Las olas de la playa, justo debajo de la terraza, ahogan el ruido de la fiesta. Voy caminando por la playa, cubriéndome de su oscuridad. Nadie sabe que estoy aquí, puedo mirar la gente actuar con normalidad en la sala de recepción, lejos de lo que pasa cuando yo entro ahí. Gente que no tiene ni idea de lo que hacemos o dejamos de hacer con Magali. Gente que no sabe de nuestras escapadas, de la pasión que compartimos, de nuestras carcajadas, gente que no sabe nada de lo nuestro. Desde aquella conversación con Magali, desde nuestros paseos con Elián en la calle, juntos, su manita en la mía, desde que hablé con las maestras, desde que hablé con las madres... Todo fue relajando cada rincón de mis miedos. Ahora más que nunca, solo me falta Magali. Es tan intenso el momento que me emociono. Le mando un mensaje rápido: "Te echo de menos vida... Te amo...".

Saturno En La TierraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora