41. Dura decisión

70 9 3
                                    


Madrid, 
MAGALI

Tengo la vista borrosa de tanto aguantar las lágrimas.

Me han sentado en el rincón de una habitación, con Ella en mis brazos, es un momento de calma que tenemos. Ya le han limpiado la nariz de todo líquido, y sacado algo de sangre. Le beso la cabeza, le digo que todo va ir bien, que mamá irá bien.

Es tan bella, oliendo a especias dulces, me recuerda los partos en Goa, cuando los bebés olían a especias de curry. Me recuerda a Elián... Pero me saco el pensamiento, porque tengo que aprovechar de este momento.

Me río sola, alguna de las amigas de Martina le había explicado que su bebé había nacido oliendo a col por toda la que se había comido durante el embarazo. Y como no, cuando le dije que podía ser posible porque Elián había nacido con olores a canela, porque había sido mi obsesión durante mi embarazo con él, ahí estaba Martina tragándose 10 tés con especias al día. Es un milagro que la niña no haya nacido con un palo de canela en la mano.

Ella... Mi Martina, entre toda la confusión de doctores y enfermeras, entre los bip-bip de las maquinas, entre todo el pánico de su pérdida de sangre, aún tomó tiempo para acariciar su hija con su cara, cuando se la pusieron cerca, mirarme, y pedirme permisión para llamarla así.

"Que te traiga suerte como me trajo a mí, pequeña" le susurro. Y ahí, desde los miles de sensaciones, pensamientos y la intensidad del momento, se hace espacio el recuerdo de la situación en la cual estaba justo antes de la llamada de Martina.

Pablo. Con todo esto, ni lo he llamado... Y es raro que no estén toda la familia de Pablo, ya que están aquí en Madrid, hubieran tenido que venir. Eso era el plan. Cojo mi celular, que está dentro de una bolsa de plástico transparente (para los gérmenes), y llamo Pablo.

-Hola... -me dice susurrando.

-Martina ha parido... Estamos en la Clínica, vente, y llama a tu familia.

-Ya estamos aquí... -me sigue susurrando- No está Martin contigo?

-¿Martín? ¿Cómo lo sabes? -digo, sorprendida ya por segunda vez- Se ha querido quedar con Martina. Ahora pido a ver si puedo salir con la nena, o si os debéis preparar para venir a verla. Ya te digo...

Cuelgo, no antes de oír un "te quiero". Cierro los ojos un momento, y una de las enfermeras viene hacia mí con un pañuelo.

-Gracias... -le digo, secando mis lágrimas.

-¿Es usted la hermana de Martina? -me pregunta.

-No... soy su amiga... ¿está bien? -pregunto ya preocupada que le haya pasado algo.

-Si si... Está bien. Está con su novio. También están llorando... -dice, torpemente.

-Ya... Ha sido un embarazo un poquito complicado para ella. -Respiro fundo- Oye... ¿Hay manera de presentar esta niña a la familia de Martina? Están ahí todos fuera...

-El Pablo Alborán y el Pablo López son familia de Martina? -me pregunta con los ojos grandes abiertos, creo si sigue abriéndolos, van a caer al suelo.

-Si... Primos hermanos. -digo muy sería.

-Voy a ver si los podemos preparar. Tenemos una noche tranquila, no creo que sea un problema. -contesta rápidamente saliendo tan rápidamente de la sala, casi tropezando con un carrito de inoxidable que hay entre ella y la puerta de la sala.

-Vale... gracias... -digo, antes de volver a Ella que sigue tranquila contra mi pecho, lo que me permitieron hacer las enfermeras cuando les dije que estaba duchada y con ropa fresca... La idea era hacer la piel contra piel, para que la niña se sienta en calor.

Saturno En La TierraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora