14. Despertar finalmente en el paraíso

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PABLO

Barcelona

El dolor de mi brazo dormido me despierta, pero cuando intento moverlo veo la razón por la cual esta dormido: Magali tiene ahí puesta su cabeza impidiendo la sangre de circular. Me detengo de reírme porque no le veo la cara por todo el pelo que se ha puesto adelante. Que huracán es esta chica durmiendo; se mueve, se remueve, da vueltas, saltos, habla... me había totalmente olvidado que me había tardado una semana para que se calme, y coja mi ritmo de sueño; es decir un semi coma. Le voy arreglando el pelo para atrás, intentando no despertarla, tengo ganas de ver su cara. Quiero asegurarme que no fue todo un sueño. Cuantas veces me desperté con chicas y tenía un medio segundo imaginándome que fuera ella. Pero no.

Esta vez sí... Ahí está mi Ella, mi Magali... y Daphnée. Sus ojos cerrados firmemente, sus trazos relajados, su cuerpo hirviendo de sueño, sus labios entreabiertos, hinchados de dormir y, así de cerca, puedo notar una leve irritación a la vuelta de sus labios, resultado de nuestra pasión, nuestros besos sin fin de hace unas horas, cuando finalmente hicimos el amor después de pasar toda la noche hablando. Mi barba dejó marcas rojas por su cuello, sus pechos, su cara, pero sus labios son los que han pagado el precio más caro. Es la única mujer con la cual mis besos no terminan, pero nunca me quedo sin aire, la respiro, la trago, la muerdo, y me contesta. La única mujer que tengo ganas de tragar. Hablamos el mismo idioma sensual, quizás porque es ella que me enseño casi todo de lo que sé, quizás porque me moldeo para saciar su hambre, su placer y su deseo. Su risa de alivio después del éxtasis, sonrío solo de pensar en ella... Que manera más refrescante de terminar, riéndonos y dejándonos caer el uno en el otro en un mar de ternura, la calma después de la tempestad, el lago tranquilo después del Atlántico salvaje.

Mi mano se pasea por su vientre, y acaricio la cicatriz de Elián. Mi cuerpo reacciona automáticamente al contacto con su piel desnuda, siento electricidad pasar por mis dedos, pasando por mis brazos, y llenarme enteramente. Cuantas veces pensé que era seguramente por la excitación, por tener 20 años, porque era secreto, era quizás prohibido... Pensaba que la excitación que sentía al acariciar Ella, Magali, era por otras razones... Porque nunca más lo experimenté con otras mujeres, me excitaban, me ponían, pero esta electricidad que me traversa todo el cuerpo, nunca más. Y aquí estoy, con 27 años, viajado, tocado, con experiencia, después de tocar otros cuerpos, otras mujeres... otros hombres... Y Magali tiene el efecto de mil soles en mi piel y en mi carne.

Dibujo las líneas de las estrías que tiene en su cadera y el principio de su nalga, como los cientos de caminos que cogió sola, sin mí. Y reconozco el hoyuelo que tiene ahí de lado, el que se había quejado al principio de nuestra historia, porque se parecía a celulitis, y que me pasé nuestra burbuja besando, hasta que lo quiera más que nada. Vuelvo a reconocer su cuerpo, y todo se enciende, todo vuelve a mí. Es pura magia.

Pasamos la noche hablando, y terminamos por dormirnos cuando el sol se levantó, justo después de hacer el amor por primera vez desde el último encuentro. Y toda la noche, todo este momento, y hasta que finalmente me dormí me venían canciones, letras, poemas... y cada vez tenía que pedirles que vuelvan más tarde. No quería perderme nada. No quería parar nuestro reencuentro por nada.

El momento que vi su tatuaje en el bar fue como una bomba que explotó en mi cerebro. Todo pasó de las miles de preguntas a una y sola respuesta. Ya no me tenía que preguntar quién era Daphnée, y como le iba explicar que un momento este fin de semana la tendría que abandonar. Ya no me preguntaba por qué Ella/Magali no me llamaba. Y ya no había pregunta de adonde iba ir la noche. No me sentía en paz de conocer Daphnée a sabiendas que Magali estaba tan cerca, sentía que le iba mentir toda la noche, y no iba estar ahí del todo.

Decir que tuve que controlarme en el bar... es poco. Tenía ganas de abrazarla, besarla, coger su cara entre mis manos y besarla en toda la boca, transmitirle toda la felicidad que sentía ahí mismo. Pero había unas personas en el bar, aunque Magali había pedido que no dejen entrar mucha gente a su amigo. Esto me lo había explicado más tarde... esta chica no parará de sorprenderme.

Saturno En La TierraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora