3. Empezar de nuevo

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MAGALI

Apoyada en la isla de la cocina sonrío como una niña de dieciséis años. Me había prohibido de tocar mi celular hasta las nuevas, pero es por una buena razón, creo. Lo dejo en la isla y voy bailando hasta el hervidor. Lleno de agua caliente mi taza favorita de "I love New York" rosa, que me trajo Gwen de su último viaje en la ciudad de mi adolescencia. Pongo la bolsa de té Chaï en el agua, un poquito de miel y leche mientras la música de mi lista mañanera favorita toca bajito en el altavoz del salón, donde decido poner "Mon amie la rose" de Natacha Atlas.

Pienso en Marrakech, a olores de menta y helados de coco. Termino de mezclar mi Chaï, cojo mi celular, mi agenda, y me asiento en uno de los bancos altos de la isla.

Soplo en mi té mientras admiro mi nuevo salón.

Hace una semana que nos hemos movimos aquí, una decisión importante pero fácil a la vez. Entre los viajes de Gwen, los míos y que mi piso se quedaba bastante lejos de la nueva escuela de Elián y del piso de mis padres, la colocación fue una opción más que evidente.

Con Gwen nos conocimos hace años en una formación de coaching para empresas. Ella lo hacía para una promoción en su empresa, yo para mis clientas.

Fue amistad a primera vista. Porque hablamos francés ambas y siempre es un equilibrio tener alguien con quien hablar su idioma materno, uno puede ser uno mismo. Aunque no lo hablamos de la misma manera y eso nos crea muchas risas. El francés de Francia y el francés de Quebec, el Quebecois, sería como un castellano de España y uno de latino américa, pero con más dialecto aún. Muchas palabras en francés de Francia son palabras muy feas en el Quebecois. Además, de ser como un francés antiguo mixturado a mucho anglicismos, influencia del resto de Canadá que habla inglés puro.

Creo que si no hubiera sido el idioma quizás no nos hubiésemos acercado. Gwen mide una cabeza más que yo, el pelo rubio oscuro, ojos verdes muy directa en su manera de ser y una fashion victim; siempre a la moda último grito, con grandes marcas. Somos lo oposito: Yo... Soy la típica vecina de al lado. Con mi metro 65, mi pelo moreno con mechas más claras largo hasta la cintura. Y mis curvas regaladas por la sangre brasileña de mi madre. En cuanto a mi estilo... Ehm... Vaqueros, jersey, bufandas, vestidos largos boho, simple. Desde que nos conocimos, Gwen tiene varios intentos fallados de cambiar mi estilo.

Cuando me fui a vivir a Goa con Elián, Gwen Intento disuadirme pero era necesario. Aún así seguimos en contacto y cuando la tecnología nos lo permitió hacíamos llamadas, y comidas juntas por videoconferências. Nos encontramos también a medio camino algunas veces en Dubai o Abu Dhabi para algún fin de semana de locura.

Cuando volví, la relación retomó su lugar en nuestras vidas y es cuando decidimos vivir juntas.

Después de meses buscando ÉL piso perfecto, pasamos la semana visitando más Ikea que nuestras familias, pero finalmente el resultado valió las horas pasadas montando muebles. Un sofá de ángulo color crema, cubierto de almohadas, y una manta calientita color chocolate. Una estantería ya llena de nuestros libros, DVDs y decoraciones. Unos cuadros con frases y logos de Chanel, una tela de Goa con el dios Ganesha de mil y un colores le dan alegría a la enorme habitación.

Detrás de la Isla blanca brillante de la cocina, una imagen gigante de la Torre Eiffel en blanco y negro con Paris detrás, adonde Gwen ya se hizo algún selfie con su ciudad. Una cocina blanca moderna, americana, donde colgamos algunas placas metálicas de publicidades de Coca-Cola Vintage. Abierta sobre el salón, con una isla alta, con seis bancos, que nos sirve de mesa. Adonde nos hicimos ya unas cuantas cenas y unas cuantas risas, cansadas por toda la mudanza. 

Hoy llegará Elián y dormirá aquí por primera vez. Puedo apostar que no habrá dormido, con lo mucho que le encantan las mudanzas y dormir en una nueva habitación. Me paseo en el salón, con mi té en las manos, en la pared detrás del sofá, hemos puestos unos cuantos cuadros de fotos: Gwen y yo de pequeñas, nuestras familias, alguna foto de uno de mis eventos y en el centro una de los tres. En un lado hay un cuadro que mi madre nos hijo con las inscripciones Chouchoutte & Louloutte, nuestros apodos. Louloutte es un apodo tierno en Quebecois y Gwen me bautizó Chouchoutte para hacerlo más francés. Si entrara alguien aquí, sin conocernos, pasaríamos por una pareja lesbiana. Sonrío. 

Saturno En La TierraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora