21. No vaya a ser...

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Miami,
PABLO


Cierro la puerta del Uber y digo adiós a mi hermana.

-Can you be at the airport in less than 30 minutes? – le pregunto al chico que me mira a traves del espejo- it's a last minute trip, I have to be there fast.
-Put your belt on, sir.

Me pongo el cinturón de seguridad, mientras el Uber se adentra en el centro de la ciudad rápidamente. Miro sin ver las luces de Miami que van desfilando bajo mis ojos, y tengo el corazón latiendo tan rápido que siento mi respiración entrecortada a su ritmo y al de los baches que el taxi coge demasiado rápido. Hay una humedad insoportable en Miami que pinta las ventanas del coche de un vapor fino. Y a medio camino nos ralentiza la lluvia tropical típica de aquí. Pienso que mi vuelo se irá seguramente con retraso lo que me dejará algo de tiempo para llegar a la puerta. Miro mi móvil, el WhatsApp me marca que Magali está en línea, la llamo... pero me cuelga. Y es así desde que llegué a Miami, lunes. Se ha cerrado en un silencio de nuevo en el cual no me deja entrar y esta vez no quiero dejar que se instale. Aunque claro... me ha tardado en decidir.

Miro rápidamente en mi mochila: mi laptop, mi cuaderno, bolígrafo, Pasaporte y documentos de pase para los Estados Unidos, una bufanda, un jersey y un vaquero, calcetines, calzoncillos, cepillo de dientes. Este es mi único compañero de viaje. Sigo con el efecto del ron en la sangre, son las 10 de la noche... Y la conversación que tuve con Casilda se va repitiendo en mi cabeza.

Desde martes que llegó toda la familia de Málaga con Martina y que, por una vez, me agobió tenerlos todos a mi vuelta. En primero pensé que era porque quizás necesitaba estar un poco solo, gilipollez mía, si es exactamente lo que NO quería, encontrar la soledad de mis habitaciones de hoteles después de los conciertos. Y luego se me hizo más claro que todo era porque Magali no se manifestaba.

Sabía que estaba en Londres desde lunes, que había dejado su hijo a Lucas, pero no me informó, no me dijo nada y, peor de todo, me dejó en un silencio total. Nada. Niente. Rien. La llamé al llegar, la llamé en la noche, le deje mensajes, creo que debe de tener al menos 60 llamadas perdidas de mi parte, pero me deja así sin decirme nada. Y su silencio me encerró en mil preguntas y en suposiciones que iban desde que a lo mejor todo era una grande mentira y ya no me quería hablar, a que quizás había vuelto con Lucas. Su silencio dejó simplemente espacio a mi "cerebro-telenovela", como lo llama Magali, haciéndome escenas apocalípticas adonde Magali era el peor ser humano del mundo y había abandonado nuestra historia.

Y ayer fue lo más duro, me agobió tener mis sobrinas, que me hacían pensar en Elián, en pensar cómo reaccionaría si el padre de las niñas decidiera de la nada recuperarlas así de golpe, suciamente. No paraba de leer nuestros últimos mensajes y repetir nuestra última conversación. Me lo dijo, me lo advirtió, pero yo pensé que solamente era por el desespero, era por la situación, pensaba haberla calmado con decirle que ya no estaba sola que estaba yo ahí con ella. Pero no. No fue suficiente. No soy suficiente.

Agobio total, impotencia, frustración... Y la mirada desaprobadora de Casilda, a quién le subió el sexto sentido y que no paraba de preguntarme qué me pasaba, y si Magali estaba bien. Tuve que huir, me escapé al estudio de grabación... Pensando encontrármelo vacío, pero ahí estaba Diego, el dueño del estudio, haciendo unos retoques en una canción de un artista local. Me puse en la oficina que estaba en la planta alta, con un ventanal con vistas al mar que a estas horas solo me dejaba ver la obscuridad total del océano, y algunas luces de cruceros pasando a lo lejos. Estaba tan desanimado que Diego me invitó a salir con él y sus amigos. Y ahí crucé a Ylaina. Si. El universo debe de tener un diente contra mí, como dice Magali, siempre culpando el Universo por las cosas raras que le pasan. Bailamos juntos, nos reímos, me olvidé de todo; de la familia, del agobio, de la frustración, del miedo a perderlo todo, del miedo a empezar, a no ser bastante, a haberme montado películas sobre Magali y yo... de todo.

Saturno En La TierraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora